Donald Tusk, ganador de las pasadas elecciones legislativas polacas, se convirtió en el nuevo primer ministro de Polonia, después de que el presidente del país, Lech Kaczynski, le encargase oficialmente formar Gobierno.

Fue una breve celebración en el Palacio Presidencial en el centro de Varsovia. Ambos dirigentes se estrecharon las manos y Kaczynski le entregó una carpeta roja con diversos documentos. Ninguno de ellos hizo declaraciones previas a las conversaciones privadas que mantendrían luego sobre el Gobierno.

La formación del nuevo Gabinete se presenta como un mero trámite, después de que la Plataforma Ciudadana (PO) de Tusk, ganadora de los comicios, llegase a un acuerdo de coalición con el Partido Campesino, que le garantiza una cómoda mayoría en la Cámara legislativa.

La llegada de Tusk al Ejecutivo fue bien recibida por la UE, que ve en él a un político europeísta, capaz de revitalizar las deterioradas relaciones entre Varsovia y Bruselas.

«Creo que a partir de ahora, la UE podrá contar con más colaboración y amistad en sus relaciones con Polonia», afirmó el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, durante su reciente visita al país.

El siguiente paso para el político será designar al Gabinete, en el que estarán presentes miembros del Partido Campesino Popular (PSL).

El PO obtuvo 209 de los 460 escaños del Parlamento (Sejm), por lo que necesita el apoyo de los 31 diputados del PSL para poder tener la mayoría absoluta en la Cámara Baja. La designación de Tusk como jefe del Gobierno se produjo mucho antes del final del plazo que la Constitución polaca otorga al presidente para este nombramiento, 14 días desde la formación del Sejm, que tuvo lugar el pasado lunes.

Tusk y Lech Kaczynski deberán entenderse aunque la cohabitación parece complicada y las diferencias entre ambos son cada vez más evidentes.