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Raimundo Fitero

Protección

Además de todo lo que normalmente se hace, ¿qué se puede hacer de madrugada con una televisión? Hacía bastante tiempo que no me había dedicado a probar la capacidad de las pilas de mi mando en la trasnoche de un viernes a sábado. Y la verdad es que la experiencia ha sido enormemente contradictoria. Para empezar, depende del lugar en el que te encuentres y bajo qué influjos de parabólica, TDT o cable, las opciones cambian de una manera muy significativa. Lo cierto es que si apartamos de nuestro menú los canales temáticos que mantienen las veinticuatro horas un nivel muy parejo, el resto es un cúmulo de material de consumo y alguna excepción.

Dijéramos que el porno, las emisoras que son para contactos sexuales, para sexo ofrecido por no profesionales del cine porno, una emisora que era una vídeo conferencia erótica, y algunas ocasionales programaciones lúbricas, entre las que cabe señalar el último tramo de «¿Dónde estás corazón?» en el que reaparece de manera estelar y como actor de cine X el famoso Dinio, o ese programa más divertido, informativo y que trata el asunto del sexo con algo más de sentido común que emite a esas horas La Sexta bajo el nombre de «Todos a Cien», el resto es lo siempre. O cine de dudosa calidad, o series buenas pero que no apetecen a esas horas o las teletiendas, que pueden enganchar al llegar el telespectador tocado en sus capacidades de defensa ante la insistencia.

Y en medio de ese marasmo, una bella excepción, «La Mandrágora», que es actualmente una miscelánea teatral, y dentro de ella vemos a Alfonso Sastre, egregio, en un palco del Teatro Español madrileño, analizando su vida teatral, parte de su obra, con escenas de su «Ulalume» que se representó en ese teatro hace unas semanas. Una alegría verlo de nuevo desde hace tanto tiempo, verlo lúcido, doctoral, y comprobar que aunque eran la dos y cuarto de la madrugada, tenía un hueco televisivo, el teatro, y dentro de él Sastre, compartiendo tiempo y espacio con Bernhard, en una entrega de este programa que muestra su bien hacer, pero que como siempre se ancla demasiado en la cartelera madrileña. Con esta buena sensación me dejé ir, hasta despertar y contarlo aquí.

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