Fede de los Ríos
Mil euros y algunas preguntas
Enzo Rossi, empresario italiano de la pasta Campofilone, ha decidido subir el sueldo de sus empleados en 200 euros. Realizó el pedagógico ejercicio de asignarse mil euros al mes para sí y otros mil a su cónyuge. A sabiendas que muchos de sus trabajadores ni siquiera cobraban dicho salario. Cuidó el gasto y, sin darse capricho alguno ¡Óh sorpresa! Hete aquí que comprobó en sus carnes la realidad de los que producen la riqueza de la que él disfruta: el sueldo le alcanzaba hasta el día 20. Lejos de profesar ideas marxistas aunque inteligente, usó la inferencia deductiva y se dio cuenta, que los mileuristas carecen de dinero 120 días al año. Semejante dislate vivido en carne propia le pareció mal. 120 noches de angustia de un total de 365. Multipliquen 120 por su vida laboral, añádanle el empeoramiento de la jubilación y respondan entonces que esta vida merece la pena ser vivida.
«Me he sentido como uno cuando se sumerge en el mar a veinte metros de profundidad y descubre que la bombona de oxígeno se ha agotado» dijo. Y al empresario se le superpuso, por un momento, el hombre, y vio algo de la realidad que le hizo pensar que «la plusvalía generada de la transformación de la harina y de los huevos debe dar también beneficios a los agricultores que me dan la materia y a los trabajadores de la fábrica». La realidad sí es marxista y, si no la obviamos, hace pensar.
¿Por qué una persona cobrando mil euros al mes, con las privaciones que ello conlleva, no coge una recortada cargada con postas, y se dedica a atracar bancos, los mismos que se quedan con su dinero a través de la hipoteca? ¿Por ética, por moral? No, la estupidez o el miedo a la cárcel.
Cuando un sinvergüenza de político -los hay de todos los colores-, que mantiene el salario mínimo interprofesional en 570,60 euros/mes, habla de los derechos humanos, del derecho a la vida, a la vivienda, al trabajo, bla, bla, blá... ¿por qué no aparece en escena algún jubilado y aplasta su cabeza con un martillo? ¿Sería una violencia condenable o un simple acto ecológico? ¿Resultaría una ofensa a la Estética si, un grupo de mujeres que cobran menos que sus compañeros varones por realizar el mismo trabajo, armadas con tijeras de podar emascularan los genitales de su patrón y sus compañeros?
Ya perdonarán. A pesar de cobrar más de mil euros, son preguntas que mi enferma cabeza se hace cada noche.