EL DRAMA BALCÁNICO
Kosovo celebra elecciones en un momento crucial para su futuro
A falta de menos de un mes para que culmine la última prórroga en el intento de alcanzar un acuerdo sobre el estatus definitivo del enclave, Kosovo celebra hoy elecciones legislativas y municipales. La mayoría albano-kosovar espera que los comicios sean la antesala a su independencia, siquiera supervisada internacionalmente. La minoría serbia, espoleada por el Gobierno de Belgrado, boicotea las urnas. La tensión, creciente, se palpa en las calles.
GARA |
Kosovo celebra hoy elecciones legislativas y municipales, en vísperas de que concluya, el 10 de diciembre, la última prórroga en los intentos de mediación internacional sobre el estatus definitivo del enclave.
El Gobierno de Kosovo ha anunciado que declarará unilateralmente la independencia en esa fecha. Serbia, que cuenta con el apoyo y el veto de Rusia a toda opción que suponga el reconocimiento del derecho de autodeterminación de Kosovo, ha impulsado el boicot a los comicios por parte de la minoría serbia en el enclave.
«Inmediatamente después del 10 de diciembre tomaremos decisiones sobre Kosovo como país independiente y soberano», ha anunciado el otrora líder político de la guerrilla de UÇK (Ejército de Liberación de Kosovo), Hashim Thaci, cuya formación, el PDK, aparece primera en todos los sondeos electorales.
«La independencia es la única solución para Kosovo», insiste una y otra vez el favorito para suceder al ex comandante guerrillero, Acim Çeku -quien ha decidido no aspirar a su reelección-, como primer ministro.
El PDK llega con la ventaja de que sus formaciones rivales no cuentan con personalidades de peso. Es el caso del LDK, vencedor en las anteriores citas electorales y huérfano de liderazgo tras la muerte hace un año de su líder histórico, Ibrahim Rugova.
Pese a ello, destaca la irrupción de una formación liderada por el magnate Behgjet Pacoli, cuya propuesta populista de gobernar Kosovo como si fuera una «gran empresa» concita el apoyo del 13% del electorado.
Carreteras
En un intento de cubrir ese flanco, Thaci ha prometido a los kosovares -más de la mitad en el paro- miles de empleos con la construcción de 800 kilómetros de carreteras para mejorar las desastrosas comunicaciones con los países vecinos.
Pero, más allá de las sospechas de corrupción que pesan sobre Pacolli -hizo su fortuna en Rusia y se le conocen nexos con el ex presidente Boris Yeltsin-, el principal hándicap que pesa sobre el magnate es su tibio entusiasmo en torno a la declaración de independencia y su intento, allá por 1999, de negociar con el ya desaparecido Slobodan Milosevic un final de los combates entre las fuerzas serbias y la guerrilla de UÇK.
Amistades peligrosas y tibieza que chocan con la determinación de la mayoría albanesa de Kosovo (90% de la población) para lograr la independencia. Sus muestras de impaciencia por los sucesivos retrasos diplomáticos aumentan exponencialmente a medida que se acerca la fecha del 10 de diciembre.
«¿Qué tenemos que hacer para probar que no queremos vivir con los serbios? Hemos luchado contra ellos. No entiendo por qué la comunidad internacional sigue jugando con nuestros nervios», lamenta Enver Behrami a bordo de su taxi en el caos circulatorio de Pristina.
El Gobierno kosovar advierte de que toda opción que no sea la independencia puede provocar una frustración que degenere en violencia.
Presencia armada creciente
Un periodista del diario «Express» de la capital asistió hace días a un nuevo reclutamiento de jóvenes por parte de una organización armada autodenominada Ejército Nacional Albanés (ANA). Su comandante, que se identificó como Preka, no ocultó su «decepción» con los políticos kosovares y aseguró que cuentan ya con 12.000 hombres armados.
La televisión kosovar emitió recientemente un reportaje en el que hombres enmascarados y armados ponían controles en la frontera con Serbia.
Son crecientes las manifestaciones estudiantiles que reclaman la independencia y enarbolan banderas de Albania y pancartas de apoyo a UÇK.
Las amenazas no proceden sólo del lado albanés. Un nuevo grupo paramilitar serbio, la Guardia del santo emperador Lazar, ha hecho acto de presencia en el norte de Kosovo.
En Kosovska Mitrovica, en la que el río Ibar separa a 20.000 serbios de 80.000 albaneses, la tensión es palpable. 40.000 serbios viven en el norte de Kosovo y sus líderes amenazan con la secesión y la anexión a Serbia como respuesta a la declaración de independencia.
«Estamos dispuestos a defendernos», advierte Milan Gajevic, un minero serbio de 66 años.
El líder serbio Oliver Ivanovic advierte de que si los albaneses intentan ejercer el poder en el norte, «Mitrovica se llenará de francotiradores y se asemejará a Beirut por muchos años».
«Si los serbios se separan, el conflicto armado es inevitable», advierte Asilan Isufi, antiguo comandante de UÇK.
Los serbios del enclave de Strcpe (sur de Kosovo) secundan casi unánimemente la llamada de Belgrado a boicotear los comicios pero no ocultan su temor a que vayan a perder el control de los municipios donde son mayoría.
Diez mil de los cien mil serbios que resisten en Kosovo viven en este enclave. «¿Cómo vamos a forzar a nuestro pueblo a que vote a instituciones que mañana declararán la independencia?», señala el ministro serbio encargado de Kosovo, Slobodan Samardzic. «Evidentemente, está claro que los serbios tienen razones para votar, pero Belgrado no puede aceptarlo», insiste.
En la municipalidad de Strpce, rodeada por localidades albanesas, un 70% de sus habitantes son serbios y tienen la mayoría de los escaños en la Asamblea local. El boicot puede suponerles perder la gestión de la estación de invierno de Brezovica, en la frontera con Macedonia y su principal fuente de riqueza. «No veo futuro para mí ni para mi familia y votar no sirve de nada», asegura Slavisa Simic, que regenta un pequeño restaurante en la localidad. El enclave serbio más próximo se halla a un centenar de kilómetros de distancia.
Consciente de que es un caso aislado, Bratislav Zrnzevic sostiene que los serbios deberían participar en los comicios «para ayudar a mitigar la tensión y mejorar nuestra vida».
«Yo no voto bajo amenazas. Por quién voy a hacerlo, ¿por los que me quieren expulsar de mi patria?», sentencia Veseljin Kasnovic.
Los 16.000 soldados de la OTAN que participan en la KFOR patrullan las zonas más tensas de Kosovo. «Nuestro objetivo es ser lo menos visibles que nos sea posible, pero eso no quiere decir que en cuestión de horas no podamos pasar la acción».
Ocho años y 11.000 millones de dólares después de la intervención internacional, Kosovo sigue siendo el territorio más depauperado de los Balcanes. El paro alcanza al 50% de la población y se eleva al 70% entre la juventud kosovar.
Serbios y albaneses de Orahovac (suroeste de Kosovo) crearon hace un año Agrokop, primera cooperativa intercomunitaria para producir y comercializar el vino de la región. Su lema, «la política nos divide pero los negocios nos pueden unir».
International Crisis Group ha alertado de que una eventual partición de Kosovo o el estallido de enfrentamientos podría desestabilizar el valle de Presevo, dentro de Serbia pero poblado mayoritariamente por albaneses.