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La cantera de Rezola y las obras de la supersur agujerean Pagasarri

Ecologistas y montañeros se muestran muy preocupados por las afecciones que la cantera de Rezola y las obras de la Supersur están ocasionando al macizo de Pagasarri, el principal pulmón verde de Bilbo. Acusan a las administraciones «de mirar para otro lado».

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Agustín GOIKOETXEA

Asiduos a disfrutar del macizo de Pagasarri no ocultan su preocupación porque las voladuras de la cantera de Rezola avanzan «implacablemente» hacia Bolintxu, ya en el término municipal de Bilbo. No es la única intervención que cuestionan. Por el oeste, las obras de la Variante Sur Metropolitana y los trabajos del futuro parque de Arraitz están modificando este preciado entorno natural para muchos ciudadanos.

En el caso de la cantera, sus frentes de Larrako y Goriko -explotados por la Sociedad Financiera y Minera SA-, los más cercanos a Bolintxu, siguen avanzando, muy próximos al macizo de roca caliza de Pastorekorta, dentro ya de los límites del futuro Plan Especial de Pagasarri. Estos frentes de extracción de roca tienen permiso del Ejecutivo de Lakua para ser explotados hasta 2041.

La última ampliación solicitada por la empresa, según los ecologistas y montañeros, supone un aumento de la extracción de roca caliza de 84.000 a 248.000 metros cúbicos. «Nada más y nada menos que tres veces más de lo solicitado en origen, y según los técnicos del Gobierno Vasco, no necesita de una nueva evaluación de impacto ambiental, porque está algo más alejada del núcleo de Goriko y porque la explotación será poco visible», subrayaron hace año y medio cuando conocieron la decisión de la administración.

Entonces, en julio de 2006, denunciaron que en uno de los frentes, antes de que se concediera licencia de actividad, ya había invadido terreno del término municipal de Bilbo, «a pesar de lo cual no fueron sancionados». Los ecologistas afirman que la cantera trabajó, «sin licencia», en la capital vizcaina desde hace seis años.

Quienes cuestionan su actividad recuerdan que esta explotación es la causante, por ejemplo, de la destrucción de buena parte de los karst de Pagasarri. En Pastorekorta han desaparecido por las voladuras de las últimas décadas las cuevas de Sarradue. Asimismo, algunas de las sendas por las que ascienden los montañeros por ese macizo calizo están a punto de ser historia.

El movimiento de camiones de gran tonelaje y excavadoras es importante, explican quienes demandan más protección, al igual que sucede en la zona del Peñascal con las obras de la Supersur. En esa cantera, en la que cesó la actividad durante la década de los 90, se están depositando las tierras procedentes de los desmontes en el lugar donde se emplazarán los peajes de la Variante Sur Metropolitana.

Dos de las tres áreas de peaje estarán en Kastrexana y Peñascal. En este punto se construirá el centro de control y mantenimiento de la nueva autopista. Otro punto de vertido es el área del monte Arraitz que confluye con Kastrexana y la zona alta del vertedero de Artigas.

Allí irán las toneladas de tierra y roca que se extraerán del túnel de 2,5 kilómetros de longitud -el más largo y complejo de la Supersur- de Arraitz. La galería se abrirá con explosivos y con una rozadora en el extremo más próximo al Peñascal.

De allí saldrá precisamente otro túnel que conectará con Larraskitu. Se excavará con rozadora para evitar las molestias al vecindario. En Peñascal, sus vecinos creen que los trabajos actuales no son «sino la prolongación de los que la cantera produjo durante décadas, sin control alguno y, durante los próximos años, una verdadera pesadilla».

Así, junto a la verja que evita el paso de vehículos no autorizados hacia Gangoiti, discurre ahora un nuevo acceso hacia la zona alta de la cantera. Algunas regatas, procedentes de las fuentes de la pista de la Teja, se han visto afectadas por los movimientos de tierras necesarios para construir esta pista, en la que ha habido que añadir más grijo para asentar el firme sobre el que circulan camiones y excavadoras. A pesar de estas labores, el tránsito de vehículos pesados está produciendo molestias por las rodadas que dejan, que dificultan estas últimas semanas el paso a los montañeros.

Para facilitar el paso desde la cantera del Peñascal a la zona de Arraitz, denuncian ecologistas y montañeros, se ha construido una pista «que ha arrasado el pinar ubicado bajo el cresterío del Rastaleku, lo que ha dejado el lugar con una cicatriz de considerables dimensiones». Este camino que une ambas vertientes del Arraitz -Peñascal y Kastrexana- evitará que se transite por espacios más habitados de la villa, aunque afectando a espacios tranquilos hasta ahora. «El cambio ha sido brutal y del silencio, casi total, se ha pasado al rugido de excavadoras y camiones», se quejan.

La repercusión de las obras de la Supesur en Pagasarri no se limita a la habilitación de pistas y talado de pinares. Así, a partir de agosto, se han instalado torres de alta tensión, sirviéndose para las tareas previas -las de reconocimiento- de helicópteros.

«Pistas nuevas que atraviesan pinares; camiones y excavadoras de gran envergadura y tonelaje; varias obras a la vez; pistas antiguas que son regeneradas y cuidadas con esmero para que los camiones no se estropeen al paso por ellas», son algunas de las actuaciones cuestionadas. Por ejemplo, se cita el acondicionamiento de la pista forestal que sube de Kobetas a Arraitz.

Defensores del Pagasarri critican que «los parques al uso -en referencia al proyecto municipal de ubicar uno en la actual loma de Gaztelapiko- están invadiendo zonas de elevado valor naturístico, como en Arraitz, donde las campas verdes han perdurado sin ser alteradas durante generaciones y generaciones». Ahora, para modificar ese entorno paisajístico, se están descargando toneladas de tierra procedentes de los nuevos accesos a Betolaza.

La remodelada zona verde, de cerca de 10.000 metros cuadrados, en la zona este del barrio de Uretamendi, estará finalizada, según el Consistorio bilbaino, para junio de 2008 tras una inversión de 3,7 millones de euros. «La intención actual es la de, al igual que en otros lugares de Pagasarri, invadirla con juegos, rutas artificiales y mesas de hormigón, como si de un merendero de Artxanda se tratara», argumentan los opositores a estos planes del Ayuntamiento.

Citan iniciativas municipales anteriores, como la colocación de mesas de hormigón en el collado de Pastorekorta, «escasamente utilizadas por ser un lugar de paso hacia las cimas de Pagasarri y Ganekorta». Además, censuran que luego no hay mantenimiento del mobiliario urbano que se instala. «Las autoridades municipales sólo se preocupan de poner, si es con hormigón mejor, pero luego lo dejan todo abandonado hasta que queda en un estado tan lamentable que sólo queda la alternativa de cambiarlo de nuevo, generando así una política de quita y pon basada en el hormigón», manifiestan, citando casos de mobiliario abandonado en Pagasarri, Arnotegi o Arraitz.

Torre de medición en Ganekogorta

Quienes frecuentan el macizo de Pagasarri no ocultan su preocupación por la instalación en una de las cimas adjuntas a la de Ganekogorta de una torre de medición. «No hace presagiar nada bueno respecto al futuro parque eólico proyectado», apuntan.

Ecologistas y montañeros argumentan que con este tipo de equipamientos «comienzan siempre los parques eólicos que se han construido con anterioridad. Las mediciones de velocidades y fuerzas del viento son -subrayan- imprescindibles para justificar su construcción, y eso es lo que hacen estas estaciones medidoras: justificar que en base a los datos obtenidos de ellas, la creación del parque eólico es rentable».

Los asiduos a este pulmón verde del Botxo dan por hecho que Lakua autorizará el emplazamiento de aerogeneradores en la cima de Ganekogorta, que estiman viene acompañado «el destrozo de pistas de acceso para colocarlos, además de toda la parafernalia que se montará durante su instalación». Aseguran que la torre que señalan dispone de dos anemómetros, uno a media altura y otro en la punta de la torreta, miden la velocidad mientras que una placa solar abastece de energía a los sistema electrónicos que recogen los datos.

El cuestionado Plan Territorial Sectorial de la Energía Eólica de la CAV, en su primera fase, sitúa un parque de aerogeneradores en la arista de Ganekogorta, con 20 molinos de 70 metros de altura, con un fuerte impacto paisajístico. Al desecharse el proyecto de Ordunte, en febrero de 2006, se afirmó desde Eólicas Euskadi que no había «ni empresas ni proyectos» interesados en Ganekogorta.

Amenazas al valor ecológico de Bolintxu

El avance de la cantera de Rezola y las obras de la Variante Sur Metropolitana son, según ecologistas y montañeros, graves amenazas para el futuro de uno de los parajes de mayor valor ecológico de Bilbo, el entorno de Bolintxu. Este espacio, en el macizo de Pagasarri, se incluye dentro de un plan especial de protección del Consistorio bilbaino que puede llegar tarde ante la extracción de cientos de toneladas de roca caliza y la construcción de un viaducto de 160 metros de longitud, a 42 metros de altura, que puede acabar con su riqueza natural.

Las obras del viaducto ya han sido adjudicadas por el consejo de administración de la sociedad foral Interbiak, que prevé que comiencen en enero de 2008. El tramo Larraskitu-Buia, el que afecta a Bolintxu, será acometido por la unión temporal de empresas formada por Urazca Construcciones, Asfaltados Olarra, Construcciones Mariezcurrena y Nortúnel, por un importe de algo más de 20,4 millones de euros y un plazo de 30 meses.

En marzo, la concejala de Urbanismo y Medio Ambiente del Ayuntamiento de Bilbo, Julia Madrazo, afirmó a GARA que había negociado «medidas compensatorias» para afrontar el impacto de las obras de la Supersur en el macizo de Pagasarri, como el vertido de toneladas de tierras en la antigua cantera de Peñascal y la plantación de árboles en Bolintxu.        A.G.

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