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Elecciones legislativas rusas

No es petróleo todo lo que reluce en la «nueva Rusia» de Vladimir Putin Rusia emerge en la arena mundial

Sostener que el repunte económico que ha experimentado Rusia en los últimos años se debe en exclusiva al precio del petróleo es un reduccionismo interesado, como reconocen, de tapadillo, expertos occidentales. En el reverso de la moneda, y pese a la mejora evidente en la situación social, el pueblo llano sigue siendo el peor parado en el reparto de esta bonanza macroeconómica, que sigue cebando a la oligarquía rusa. Rusia lleva camino de volver a recuperar su papel protagonista en la arena internacional como potencia mundial. Para ello no duda en utilizar sus poderes: riqueza energética, importante arsenal militar e influencia estratégica.

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Dabid LAZKANOITURBURU

Es un poco lo que ocurre con la Venezuela de Chávez, eso sí, con matices y salvando las grandes distancias entre ambos liderazgos. Los innegables logros en materia económica de la era Putin se justifican desde Occidente sólo por el incremento del precio de los hidrocarburos.

Y no es así, por lo menos no lo es del todo, según reconocen incluso reputados analistas económicos occidentales. Otra cosa es el sesgo positivista que estos últimos otorgan al devenir económico de la «nueva Rusia», visión que oculta los innegables e ingentes problemas sociales del gigante euroasiático.

El producto interior bruto de Rusia se ha quintuplicado desde el año 2000 -en el que Putin tomó las riendas del poder-, según datos del FMI.

La de Rusia es una de la economías más dinámicas del G-8, con una tasa de crecimiento del 7,5% para este año.

Evidentemente, no se puede ignorar que el precio del petróleo Ural, el que exporta Rusia, se ha casi cuadruplicado en estos siete años, pasando de 23 a 87 dólares. Rusia es el segundo exportador mundial de crudo y el primero de gas natural.

Pero, más allá, Jaroslaw Lissovolik, analista de la Deutsche Bank de Moscú, insiste en que Rusia no se ha limitado a aprovecharse de su suerte. «Globalmente, los grandes avances son debidos en gran parte a las buenas políticas desarrolladas».

El experto destaca, en este sentido, la creación en 2994 de un Fondo de Estabilización (que sumaba 147.0000 millones de dólares en octubre) que se nutre de los beneficios petrolíferos. «Sin él, Rusia habría corrido el peligro de ver su economía desestabilizada por el flujo de petrodólares». Sabido es que la posesión de petróleo no garantiza por sí sola, a veces al contrario, la bonanza económica.

Los expertos reconocen a su vez que los años Putin han registrado un descenso importante de la economía subterránea y un descenso de la pobreza.

El FMI ha ensalzado recientemente «la buena gestión macroeconómica» del Gobierno ruso.

Oposición y total rechazo

Rige, en la historia de los pueblos, una ley inexorable. Estos ya pueden empezar a tentarse la ropa si sus gobernantes son alabados por instituciones como el FMI y el Banco Mundial.

Y Rusia no es una excepción. Es evidente que la situación es mucho mejor que en los noventa. «En tiempos de Yeltsin, las pensiones, los salarios a los funcionarios, las ayudas sociales llegaban tarde y nunca íntegramente. Ahora llegan con puntualidad suiza», confirma Tatiana Berdnikova, trabajadora social de la periferia de Moscú.

El problema es lo irrisorio de sus cantidades. «El subsidio por maternidad es único y no supera los 8.000 rublos (225 euros). El subsidio familiar son 135 rublos al mes y las pensiones son indignas», recuerda. A ello hay que añadir que la Administración Putin decidió en enero de 2005 acabar con el último vestigio de los tiempos del «socialismo real» soviético, y puso fin a los subsidios al transporte, a los alquileres y a las medicinas.

El sueldo medio en Rusia, q ue se ha incrementado en un 18% en el último año, asciende a 12.202 rublos (346 euros).

No obstante, más de la mitad de la población sobrevive con una media de 5.000 rublos (35 rublos, un euro). La paradoja se resuelve si tenemos en cuenta que, como ha reconocido recientemente el Comité Nacional de Estadísticas de Rusia, un 10% de los rusos, los oligarcas, acaparan ya un tercio de los ingresos nacionales.

Como señala el analista Josafat S. Comin en un artículo en la web de Rebelión («Campaña electoral en Rusia. ¿Qué podemos esperar?»), Moscú es la capital mundial «con el mayor porcentaje de millonarios y multimillonarios del mundo, por delante de New York» y la diferencia en Rusia entre los más ricos y los más pobres es similar a la que se registraba en 1917, año de la Revolución.

En estos últimos ocho años, la Rusia de Putin ha invertido la tendencia al descalabro y ha logrado recuperar el nivel del PIB de la URSS en 1991. Pero la brecha social abierta entonces sigue siendo inmensa. Aunque esto es lo último que importa a los kremlinólogos occidentales.

Rusia emerge en la arena mundial

Txente REKONDO
Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)

Si a principios de los noventa Rusia perdió su condición privilegiada en el teatro de las relaciones internacionales, en la actualidad lleva camino de volver a recobrar, si no lo ha hecho ya, buena parte de su peso. Una de las prioridades de Vladimir Putin ha sido la de devolver el protagonismo a su país y sobre todo mostrar a sus ciudadanos que Rusia es un «país fuerte» y que ya no está en manos de oligarcas dispuestos a vender todas las riquezas a cualquier postor occidental.

En estos años Putin ha logrado una mayor estabilidad política, aumentando considerablemente la centralización del poder en Rusia, al tiempo que sabía aprovechar, tanto de cara a políticas domésticas como exteriores, el boom económico. Gracias a ello, Rusia ha participado con más fuerza y protagonismo en la esfera internacional, con voz propia e independiente, y en ocasiones manteniendo una postura diplomática agresiva, que rompe con la pasividad que mostraba hacia Occidente en los años de Gorbachov, Yeltsin o incluso durante los primeros meses del propio Putin. Hay quien ha definido esta transición como el paso «de la cooperación en operaciones antiterroristas a comienzos de los noventa a la dura retórica del 2007».

En las relaciones internacionales actuales, hablar de «defensa de misiles estratégicos, el nuevo orden mundial, actores de política exterior, prioridades geopolíticas, resolución internacional de conflictos, cooperación nuclear, estabilidad estratégica o percepciones de seguridad» lleva consigo oír y atender a la postura que mantiene el gigante ruso ante cada una de ellas.

Y uno de los pilares dialécticos básicos de la política exterior de Putin se centra en la defensa de un mundo multipolar, como contrapeso del actual mundo unipolar que mantiene a Estados Unidos como el principal actor internacional, y que es fruto del fin de la escena bipolar tras la Guerra Fría. Tras el colapso de la Unión Soviética, y después de varios años deambulando, los dirigentes rusos se han lanzado a la búsqueda de su propia identidad en política exterior, buscando devolver a Rusia la centralidad en las políticas globales actuales.

La dominación unipolar estadounidense es totalmente inaceptable para los estrategas rusos, que recuerdan una y otra vez que su país es el que posee el mayor territorio geográfico del mundo, es miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y todavía conserva una importante capacidad armamentística nuclear.

La idea de un mundo multipolar (que algunos definen como la «doctrina Primakov»), que defiende la existencia de varios polos de poder, es vista con buenos ojos por países como China, India, Japón, o algunos estados de la Unión Europea. También las llamadas potencias emergentes del mal llamado Tercer Mundo estarían de acuerdo con esta puesta en escena que significa de facto un freno para las ansias y proyectos homogeneizantes que se lanzan estos días desde Washington.

La posición de Rusia le permite tender sus estrategias y actuaciones hacia Europa o hacia Asia y el poder económico derivado de su potencialidad energética se ha convertido en los últimos tiempos en una de las más poderosas armas que maneja el Kremlin en sus relaciones con el resto de países.

La política de Putin ha logrado diversificar las relaciones y romper esa visión eurocéntrica que pensaba que Rusia «necesitaba a Europa», a pesar de los desplantes de esta última hacia el gigante ruso. Como alternativa no ha dudado en estrechar lo lazos con dos potencias emergentes como China e India. Con la primera ha impulsado la Organización de Cooperación de Shangai (SCO), a la que algunos se han atrevido a definir como la alternativa asiática a la OTAN, y ha logrado importantes acuerdos en torno a la frontera común. El peso ruso en el continente asiático también ha crecido, aunque todavía mantiene un pulso soterrado con China, y fruto de ello un analista apuntaba que «la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico, que se celebrará en Vladivostok en 2012 es un acontecimiento más importante que los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi en el 2014».

Putin no ha olvidado retomar el peso de Rusia en otras zonas como África y Latinoamérica, en busca de una posición parecida a la que mantuvo allí la antigua Unión Soviética. Los intereses energéticos propios de una potencia como Rusia también le hacen seguir con detalle los acontecimientos en Oriente Medio, y la postura del Kremlin en torno a Irán se ha mostrado hace bien poco como desequilibrante en una u otra dirección.

El balance de estos años de Putin ha supuesto para Rusia, en materia internacional, «convertirse en un privilegiado socio de la OTAN, un miembro fundador de la SCO, miembro del cuarteto para Oriente Medio, miembro del G-8, observador de la Conferencia Islámica y en ocasiones portavoz de las economías emergentes (Brasil, Rusia, India y China), conocidas como los países BRIC.

En el nuevo panorama internacional, asuntos como los de Kosovo, la ampliación de la OTAN, la duración de los acuerdos sobre control armamentístico, los planes de EEUU para instalar misiles en Europa, el programa nuclear iraní, la distribución de gas y petróleo, pasan también por las manos rusas, y la postura del Kremlin sobre todas ellas puede desnivelar la balanza en una u otra dirección.

Rusia ha mostrado que tiene sus propios intereses y que está dispuesta a defenderlos, al tiempo que lanza un claro mensaje a Occidente: «Aceptadnos como somos, tratadnos como iguales y dejad que defendamos nuestros intereses donde y cuando así lo requieran».

Federación rusa

POBLACIÓN

Habitantes: 141.377.752

Censo electoral: 107.256.000 en Rusia. 1.683.000 residentes en el extranjero. 96.000 colegios electorales en territorio ruso y 358 en el extranjero. El voto comenzó en el Extremo Oriente ruso a las 21:00 de ayer y termina a las 19:00 de hoy en el enclave de Kaliningrado. Rusia cuenta con 11 husos horarios.

SISTEMA ELECTORAL

Quintas elecciones legislativas desde la caída de la URSS.

Los comicios se celebran por primera vez únicamente por escrutinio proporcional. Hasta ahora, la mitad de los diputados eran elegidos por escrutinio mayoritario, lo que permitía a personalidades independientes o de pequeños países ser elegidos.

El listón mínimo para acceder al Parlamento es el 7% (hasta ahora el 5%). Por primera vez se excluye la tasa de participación mínima para validar los comicios.

CANDIDATURAS

4.571 candidatos de 11 partidos

Rusia Unida: 62 a 67%.

Comunistas (PCFR): 10-14%.

LDPR, liderado por el ultraderechista Vladimir Zirinovski: 6-9%.

El resto no tiene posibilidades de superar el listón del 7%.

Rusia Justa: formación socialdemócrata ligada al Kremlin.

Patriotas de Rusia: izquierda.

Unión de Fuerzas de Derecha (SPS): liberales de derecha.

Yabloko: liberales.

Partido Democrático de Rusia.

Partido Agrario de Rusia.

Partido de la Justicia Social.

Fuerza Ciudadana.

DUMA SALIENTE

Se renuevan los 450 diputados de la Duma (Cámara Baja).

En las elecciones de 2003 Rusia Unida logró el 37,57% de votos. El PCFR cosechó el 12,61%, frente al 11,45% del LDRP. La coalición Rodina (hoy integrada en Rusia Justa), logró el 9,02%. El SPS y Yabloko no superaron el 5%.

reparto institucional

El presidente será elegido por sufragio el 2 de marzo.

El Consejo de la Federación (178 senadores) es designado por el Kremlin en cada una de las 89 unidades administrativas federales en las que se divide el gigante euroasiático.

voto útil comunista

Votantes tradicionales de las formaciones liberales aseguran que esta vez depositarán una papeleta comunista. «Será una forma de protesta, la única manera de votar contra el partido de Putin», asegura Mijail, un empresario moscovita.

Participación

Los medios de comunicación afines al Kremlin reiteraron el viernes, último día de campaña, el llamamiento al voto. Y es que el Kremlin teme una alta abstención y por ello el propio presidente se ha implicado como nunca en la campaña.

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