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Una abuela hace cualquier cosa por su nieto

«Irina Palm»

¿Qué no haría una abuela por salvar la vida de su nieto hospitalizado, cuando la Sanidad pública no cubre las necesidades de cualquier familia de clase media venida a menos? Éste es el dilema moral al que se enfrenta la heroína de «Irina Palm», encarnada por la cantante Marianne Faithfull, para quien los enviados desplazados a la Berlinale reclamaron el Premio de Mejor Actriz con insistencia. Con ella el público llora y ríe, como en las mejores tragicomedias.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Fueron muchas las voces que reclamaron el Premio de Mejor Actriz para Marianne Faithfull en la última edición de la Berlinale y que la convirtieron en máxima favorita, excepto a los ojos del Jurado. La cantante inglesa es todo un ejemplo de saber asumir el paso del tiempo, así como de vencer las dificultades relacionadas con la edad y sus complejos, más aún dentro del mundo del espectáculo. En su juventud fue todo un icono de la generación de los años 60, luciendo su faceta más sexy y rebelde en «La chica de la motocicleta», una película de serie «B» objeto de culto. Hoy la vemos en la pantalla convertida en abuela, papel al que accede después de superar graves problemas de salud en la vida real.

Marinne Faithfull emociona y divierte en «Irina Palm», una tragicomedia sobre la lucha de la gente corriente frente a los problemas que plantea un sistema cada vez más deshumanizado. Hace falta mucho valor e imaginación para sobrevivir al acoso económico y moral que sufre la clase media venida a menos en el seno de sociedades tan descompensadas como la inglesa. La heroína que presenta el cineasta de origen alemán Sam Garbarski es una abuela coraje, una mujer que ya ha pasado de la barrera de los sesenta y a la que le toca reinventarse a sí misma para poder sacar adelante a su familia. Esta caracterización rebosa autenticidad por los cuatro costados, gracias a que Marianne Faithfull renuncia al glamour que se supone a alguien procedente de la escena musical. Lo mismo sucede con el resto de los personajes, porque en esta película no hay gente guapa como la que sale en los anuncios de las grandes marcas.

El tema central de «Irina Palm», nombre de guerra que la protagonista utiliza en sus actividades paralelas y ocultas, es el de la imposibilidad de que una persona verdaderamente honesta pueda corromperse, haga lo que haga. La Sanidad pública es un asco, porque no cubre las necesidades médicas de los desahuciados, de los que no pueden pagarse costosos tratamientos para enfermedades graves. A esta mujer madura no le queda otro remedio que buscar una fuente de ingresos extras, mediante la cual pagar las facturas del hospital si quiere salvar la vida de su nieto. Es una cuestión de vida o muerte, así que se olvida de sus prejuicios y entra a formar parte del negocio erótico con tal de conseguir el dinero suficiente. No es un dinero manchado o del que tenga que avergonzarse, porque el fin justifica los medios. En ningún instante la protagonista pierde su inocencia, simplemente se transforma más allá de la corrección, puesto que las circunstancias así lo exigen. Nadie la puede juzgar por ello y, muy al contrario, el espectador se sentirá identificado con su actitud de superviviente dispuesta a todo. No es una adolescente que se prostituye para pagarse el capricho de una operación de cirugía estética a escondidas de sus padres. Irina Palm sabe muy bien lo que hace y a lo que se expone, convencida de que hay una edad en la que ya no hace falta rendir cuentas a nadie.

Estreno

Dirección: Sam Garbarski.

Guión: Martin Herron y P. Blasband.

Intérpretes: Marianne Faithfull, Miki Manojlovic, Kevin Bishop, Dorka Gryllus.

País: Coproducción europea, 2006.

Duración: 103 minutos.

Género: Tragicomedia.

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