Al servicio del ministro
«El custodio»
M.I. | DONOSTIA
Al debutante Rodrigo Moreno, que obtuvo el premio Alfred Bauer en la Berlinale, se le podría asociar dentro del cine argentino con el estilo contemplativo de Lucrecia Martel. Su forma de observar los movimientos del protagonista de «El custodio» es muy bressoniana, con atención a lo que ocurre fuera de campo, a la rutina del entorno. No en vano es un solitario y gris guardaespaldas cuya vida transita anónimamente por despachos y vacíos edificios oficiales. El actor Julio Chávez sorprende con una interpretación muy distinta de la que hizo en «Un oso rojo», ya que no dispone de diálogos y permanece en silencio frente a la cámara. Su mediocridad le hace casi invisible, al ocuparse de la protección de un ministro que ni siquiera está amenazado. Él se refugia en lo metódico de su trabajo, sin exaltarse o reaccionar cuando es humillado por sus superiores, comportándose como un perro guardián.