Los argelinos esperan con resignación el próximo atentado de Al Qaeda
Pese a las reiteradas promesas de «mano dura» por parte del Gobierno, los argelinos esperan con una mezcla de fatalismo y resignación el próximo atentado del brazo armado de Al Qaeda en el Magreb. Forma parte de su estrategia: golpear, esconderse y volver a golpear.
GARA |
«Esta vez han logrado su objetivo y nos van a dejar tranquilos durante un tiempo, antes de volver a actuar», predice Mohamed Layachi, portero de un inmueble cercano al escenario de una de las dos explosiones mortales del pasado martes. «Seguro que vuelven», añade fatalista.
No es el único. «Muchos argelinos se preparan ya para una nueva tempestad después de la calma», asegura Dorra Benyahia, de profesión médico.
Desde que en 2002 el Ejército retomó el control de las grandes localidades, los grupos islamistas armados utilizan la táctica de atacar, esconderse y volver a atacar. Basta con seguir la secuencia de los últimos y numerosos atentados.
«Esta estrategia, inspirada en la doctrina militar del profeta Mahoma, y fundada sobre la alternancia entre ofensiva y repliegue, es el punto fuerte de Al Qaeda en el Magreb pero denota también su debilidad», matiza un «experto» argelino que pide mantener el anonimato.
Este «analista» compara la situación actual de los islamistas armados, «arrinconados en las montañas de Kabilia», con la capacidad de la guerrilla de protagonizar grandes ofensivas hasta el año 2002. «Debilitados y a la defensiva, se ven ahora obligados a llevar a cabo ataques más mediáticos que militares».
Escalada militar
No opina lo mismo Anne Giudicelli, responsable de Terrorisc, oficina francesa especializada en islamismo armado. Este experto asegura que asistimos a una escalada en la estrategia de estos grupos, que vincula con el afán de Al Qaeda en el Magreb por responder a los golpes que le han infringido los servicios de seguridad argelinos».
Ambos coinciden en que la «llave de la guerra antiterrorista» residiría en la infiltración en las «redes durmientes» de los suburbios que sostendrían e informarían a los comandos.
El régimen argelino buscaba a decenas de «sospechosos».
De los dos kamikazes, uno era un hombre de 64 años que perdió a sus dos hijos en la guerra del Ejército argelino contra el islamismo tras su victoria en las urnas en 1991. El segundo era un «arrepentido» que fue puesto en libertad el año pasado y que volvió luego al maquis.
El Ejército argelino identifica como jefe de Al Qaeda del Magreb a Abdelmalek Droukdel, a quien vincula con el jordado Abu Mussab al-Zarkawi y que habría importado a Argelia la estrategia de atentados suicidas y de guerrilla urbana.
Enemigo número uno del régimen, ha escapado a varias emboscadas del Ejército.
Informático de formación, Droukdel recibió instrucción como artificero en el servicio militar. Nacido en un suburbio miserable de Argel, militó en el GIA (disuelto en 2004) y pasó a liderar el GSPC, que se reconvirtió en brazo de Al Qaeda.