El efecto Yamada
«El pañuelo amarillo de la felicidad»
Hay que agradecer la recuperación de las grandes películas del veterano cineasta asiático Yôji Yamada, después de que se hayan estrenado las más recientes y el resto permaneciera en el saco del desconocimiento del cine japonés clásico. En la actualidad el cinéfilo occidental le conoce como un desmitificador del género tradicional de samurais, gracias al éxito en los festivales internacionales de «The Hidden Blade» y «El ocaso del samurai». En estas dos últimas muestras de su inagotable talento queda de manifiesto su interés por la gente sencilla, por el lado cotidiano de los héroes o los criminales, al fin y al cabo personas comunes como cualquier otra. Un tema que ya estaba presente en su obra maestra «El pañuelo amarillo de la felicidad», con la que en 1.978 triunfó en los entonces nuevos premios del cine japonés, llevándose seis de las estatuillas concedidas por la Academia. Yamada utiliza la narrativa dinámica de la película de carretera para reflexionar sobre el destino, sobre todo aquello que queda atrás mientras se avanza hacia el punto al que uno se dirige en coche. Una alegoría expresada en clave tragicómica, con un romanticismo inquietante: el protagonista sabrá si su mujer le admite de nuevo en casa o no por el pañuelo que asomará al exterior como contraseña. El actor que en este caso personifica a este ex presidiario es el gran Ken Takakura, célebre por títulos tan memorables como «Yakuza». En su viaje de regreso es recogido por una joven pareja, a la que durante el trayecto irá desgranando a través de una serie de falsh-backs su experiencia carcelaria, tras haber cometido un crimen. Lo más curioso es que en Hollywood acaban de realizar un remake titulado «The Yellow Handkerchief», protagonizado por el actor William Hurt bajo la dirección de Udayan Prasad, el cineasta de origen hindú afincado en Inglaterra que se dio a conocer con la película «Brothers in Trouble».