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Nuevo tratado en la UE

El plantón de Brown da la verdadera medida de lo firmado de Lisboa

Gordon Brown quiso hacer un guiño a los euroescépticos británicos y no firmó el nuevo Tratado de Lisboa con el resto de jefes de Estado y de Gobierno de la UE, sino que lo hizo en solitario y sin el oropel del acto protocolario del Palacio de los Jerónimos. Tras los fastos de Lisboa, queda aún la fase de ratificación del tratado por los diversos estados. Únicamente los irlandeses podrán dar su opinión en un referéndum que se niega al resto de europeos.

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GARA | LISBOA

La ausencia del primer ministro británico, Gordon Brown, fue lo más destacado del acto de la firma del Tratado de Lisboa, que tuvo lugar ayer en el Monasterio de los Jerónimos de la capital portuguesa. El nuevo texto sustituirá a la difunta Constitución si consigue superar el proceso de ratificación por parte de los 27 estados miembros, en el que, vistos los antecedentes, no se pueden descartar sorpresas.

El lugar escogido para la firma es especialmente simbólico para los portugueses, puesto que en este edificio del siglo XVI, el país ibérico suscribió su adhesión a la entonces Comunidad Económica Europea en 1985.

Los jefes de Gobierno y los ministros de Exteriores de cada estado estamparon su firma en el documento con la ayuda de una pluma de plata que les regaló la Presidencia portuguesa.

El único jefe de Gobierno que se perdió la ceremonia fue el británico Gordon Brown, que delegó esta responsabilidad en su ministro de Exteriores, David Miliband.

Downing Street recurrió a la obligación de Brown de comparecer cada seis meses ante una comisión parlamentaria para justificar su ausencia en el acto de Lisboa. En cualquier caso, Brown suscribió el texto en solitario horas después.

El argumento de la ocupada agenda del primer ministro no convenció a nadie, sobre todo teniendo en cuenta que la fecha de la firma del Tratado de Lisboa se había fijado desde hace casi dos meses. Los observadores destacaron que la actitud de Brown de restarle importancia a la firma de Lisboa se debía la presión que padece por parte de los euroescépticos británicos.

«Cada uno de nosotros tiene que enfrentarse a sus propios problemas. Pero, pienso que necesitamos a Gran Bretaña en Europa», destacó el presidente francés Nicolas Sarkozy, antes de añadir, en inglés, «We need Gordon [Necesitamos a Gordon].

Los dirigentes europeos esperan que el tratado, que fue acordado el pasado 19 de octubre tras meses de dolorosas negociaciones entre los 27, será ratificado, en principio, a lo largo de 2008 para que pueda entrar en vigor en enero de 2009.

Nada de referendos, por si acaso

Escaldados por el rechazo al proyecto de Constitución por los ciudadanos del Estado francés y de los Países Bajos en 2007, la mayoría de los gobiernos ha optado por ratificar el tratado únicamente por la vía parlamentaria, excepto Irlanda, que está obligada constitucionalmente a organizar un referéndum.

El texto, que retoma fragmentos enteros de la Constitución, resulta incomprensible para quienes no son expertos en Derecho, tiene como principal objetivo facilitar la toma de decisiones en una Unión Europea que desde 2004 ha pasado de tener quince miembros a estar formada por 27 socios.

«Para llegar a este resultado, todos los gobiernos han tenido que dar muestra de coraje político. Ahora, les invito a demostrar la misma determinación durante el periodo de ratificación», declaró el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.

Consciente del creciente escepticismo que se cierne sobre el proyecto de la Unión Europea, Durao Barroso también llamó a los gobiernos a que «difundan las bondades del tratado» y a responder a la demanda de los ciudadanos, «que quieren resultados».

El primer ministro portugués y presidente de turno de la UE, José Sócrates, por su parte, subrayó que «el proyecto europeo no se enfrenta ni minusvalora las identidades nacionales» y que el tratado permitirá impulsar la economía europea y defender sus valores de igualdad y libertad.

Nicolas Sarkozy destacó ahora «hay que dotar de contenido al proyecto europeo».

«Hace falta una política de inmigración, una política de medio ambiente y una política de defensa en Europa. Esto es en lo que debemos ocupar todas nuestras energías a partir de ahora», añadió el dirigente francés, que tomará la Presidencia de la UE en el segundo semestre de 2008.

Tras la firma, los jefes de Estado y de Gobierno, se dirigieron en uno de los tradicionales tranvías lisboetas -aunque de los nuevos- hasta el Museo de Carrozas para una comida oficial, en la que sí se pudo contar con la presencia de Brown.

Todos ellos abandonaron rápidamente la capital portuguesa, puesto que hoy mismo tienen en Bruselas su última cumbre del año.

ESTRENO DE TUSK

El primer ministro polaco, Donald Tusk, se estrenó ayer en los encuentros de alto nivel de la UE. Tusk firmó el tratado junto a su ministro de Exteriores. El presidente Lech Kaczynski, a quien no correspondía firmar, también estuvo en Lisboa.

SILBIDOS Y GRITOS

Los dirigentes europeos tuvieron que escuchar silbidos y gritos de «fuera» por parte de una veintena de personas con las que se toparon mientras viajaban en un típico tranvía lisboeta decorado con motivos especiales.

PÖTTERING PIDE RAPIDEZ

El presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Pöttering, instó a los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete a que pongan los medios para que el Tratado de Lisboa pueda ser ratificado con rapidez y entre en vigor el 1 de enero de 2009.

Novedades del nuevo tratado

El tratado suscrito ayer en Lisboa introduce una serie de novedades que influirán en la actividad diaria y en el funcionamiento de la Unión Europea y de sus estados miembros.

Un Tratado, no una constitución

Mientras que la Constitución remplaza todos los tratados por un texto único, el nuevo tratado enmienda los dos tratados fundadores (el Tratado de Roma de 1957 sobre la Comunidad Europea y el Tratado de Maastricht de 1992), además del de Amsterdam (1996) y Niza (2000).

Se han eliminado los términos que puedan asimilar la UE a un Estado federal, como la palabra Constitución o los símbolos (bandera, himno y divisa), pese a que continúen existiendo. En una declaración adjunta al tratado, 16 estados han mostrado su adhesión a estos símbolos.

Nuevos derechos para los ciudadanos

El tratado introduce la Carta de Derechos Fundamentales, compuesta por 54 artículos que fijan los derechos de los ciudadanos (libertad, igualdad, derechos económicos y sociales). A pesar de que esta Carta no tiene influencia en el derecho europeo ni en el estatal, Londres y Varsovia han obtenido una derogación de su aplicación

Un millón de ciudadanos pueden «invitar» a la Comisión Europea a tener en cuenta una proposición legislativa en un periodo determinado.

Retoque en las instituciones

En lugar de una presidencia rotatoria semestral, un presidente del Consejo Europeo (que reúne a los dirigentes europeos) será elegido por este órgano para dos años y medio. La rotación semestral continuará para la Presidencia del Consejo de Ministros.

Este presidente, que no tendrá funciones estatales, preparará las cumbres y representará a la UE en el ámbito internacional, sin interferir en los poderes reforzados del Alto Representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad.

Este último, actualmente Javier Solana, se convierte en vicepresidente de la Comisión Europea y coordina toda la acción exterior de la UE.

Estos dos puestos serán designados a finales de 2008, tras las correspondientes negociaciones.

La Comisión, que hace las proposiciones legislativas, contará a partir de 2014 con un número de comisarios igual a los dos tercios del número de estados, mientras que actualmente cada estado tiene su comisario.

El Parlamento Europeo va a extender su poder de codecisión con los estados miembros en cuestiones de justicia, seguridad e inmigración.

Los parlamentos estatales podrán demandar a la Comisión que se revise una propuesta si invade sus competencias.

Se facilita un poco la toma de decisiones

El ámbito de las decisiones adoptadas por mayoría cualificada se extiende a unas 40 cuestiones, principalmente en materia de cooperación judicial y policial.

Británicos e irlandeses han obtenido la potestad de poder aplicar las decisiones en estos ámbitos sólo si lo desean, pero no podrán frenar a los demás.

La regla de la unanimidad permanece para política exterior, fiscalidad, política social o revisión de tratados.

Nuevo sistema de votación

Una decisión se adoptará por mayoría cualificada si obtiene el apoyo del 55% de los estados, que tienen que representar al 65% de la población de la UE. La aplicación de este sistema se ha retrasado hasta 2014, o incluso 2017, tras un compromiso con Polonia.

Nuevas políticas de la unión

El tratado introduce nuevos objetivos, como un política común de energía y la lucha contra el cambio climático. Reconoce la importancia de los servicios públicos e introduce «una cláusula social» que se tendrá en cuenta en cada política de la UE.

La «competencia no desleal», frase tremendamente polémica en el Estado francés durante la campaña del referéndum de 2005, deja de ser un objetivo para ser un medio necesario para el buen funcionamiento del mercado interno.

Cláusula de salida de la Unión

El tratado introduce la posibilidad para un estado de abandonar la UE en condiciones que tendrá que negociar con sus socios.

BROWN, A OTROS ASUNTOS

El primer ministro británico, Gordon Brown, manifestó su esperanza de que tras la firma de ayer, termine el debate institucional y la UE pueda centrar su interés en otros asuntos, como la economía, la seguridad, el comercio y el cambio climático.

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