«En una sociedad con tanta información, necesitas provocar, sorprender»
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Bilbo es la primera parada de la muestra itinerante «Bombay Sapphire Design Exhibition», que reúne 50 piezas únicas seleccionadas por Javier Mariscal, objetos que, con su aparición, «instauraron nuevos estilos de vida en el ámbito doméstico, laboral e interpersonal». Charlamos con el padre de Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona con la que saltó a la fama, poco antes de la apertura.
Izaskun LABEAGA | BILBO
El nuevo local de Espacio Global en el número 15 del Paseo de Uribitarte acoge desde ayer la exposición de objetos comisariada por Javier Mariscal. Algunos pudimos ver al diseñador valenciano sobre la primera Vespa, de 1946, o apoyado junto a una guitarra Fender de 1954. Los pantalones vaqueros, la batidora Turmix, el primer paquete de tabaco Gitanes, las piezas de Lego, la Polaroid o el teléfono móvil son otros de los elementos que se pueden ver en esta sala hasta el 22 de diciembre.
El diseño ha tomado enorme protagonismo en la sociedad contemporánea. ¿A qué cree que responde?
Vivimos, cada vez más, en sociedades sofisticadas, muy industrializadas. Antes comíamos lentejas y, en ocasiones, pollo; ahora tenemos pollo todos los días y, además, postre. En nuestras sociedades cada día se producen más objetos; la industria puede solucionar muchos problemas cotidianos y los va mejorando. Hay más tecnología, mucha innovación y el diseño está detrás de cualquier objeto y cualquier problema que tengamos: desde abrigarnos a ser más bellos, a estar más cómodos, a transportarnos a más velocidad. El diseño está detrás de un asiento, un teléfono, detrás de unos pendientes. Como consumidor, prefieres comprarte un iPod a llevar encima 500 discos, es más factible y eficaz. Todo esto lo soluciona el diseño. Desde que nació la sociedad industrial, el diseño está muy presente. La imprenta nos cambió la vida; es un objeto de diseño y ha habido una investigación detrás. La sociedad se transforma a través de todo esto.
Como creador, ¿lo primero para usted es innovar, comunicar o, en ocasiones, le preocupa simplemente la estética?
Lo primero para mí es comunicar. La mayoría de lo que hacemos quiere explicar algo que está pasando, en un formato u otro. Siempre hay un problema que hay que resolver.
Incluso con un aspecto ingenuo, sus proyectos poseen una intención provocadora. ¿Por qué?
En el estudio trabajamos con un lenguaje muy visual, buscamos nuevas maneras, poner el lenguaje al día. Uno de los sistemas, que funciona muy bien, es el de provocar. En una sociedad con tanta información necesitas sorprender.
¿Siente que la globalización ha influido en su trabajo?
Lo de ser global siempre me ha encantado.
Cuando se trabaja en el diseño no hay libertad, se está al servicio del cliente. ¿Ha rechazado algún encargo?
Sí. Siempre he tratado de poner la energía en cosas que valieran la pena. Hay veces, pocas, en las que te realizan propuestas que ves que no tienen sentido, que no vas a aportar nada bueno o que va a realizarse una utilización un poco perversa de tu trabajo. En ese sentido, yo he tenido suerte.
El resto de disciplinas que desarrolla, mucho más libres, ¿suponen para usted un escape?
El diseño lo trabajo generalmente en equipo, a través del estudio. Yo procuro, todos los meses, trabajar a solas, a eso le llamo pintura, dibujo y escultura. No hay un cliente proponiéndote un proyecto, sólo imágenes que te apetecen mucho; quizá son vivencias que has transformado a partir de una digestión cultural o personal y las vuelcas en unos formatos, sea papel, tela u otro. A veces, en este ámbito, surgen también imágenes que me ayudan a la hora de acometer, por ejemplo, un producto industrial. Trabajar a solas está muy bien.
¿Cómo percibe los límites entre las distintas especialidades, a veces, nada claros?
Es la pregunta que te sueles hacer: ¿esto es arte o no lo es?, ¿es diseño o no? Todo esto son cajones y a mí siempre me ha gustado sacar el contenido de los cajones, revolverlo todo y romper esquemas. Es cierto que puedes plantear muy bien una frontera y, realmente, a mí me sirve mucho. Cuando yo trabajo solo, cuando nadie me ha pedido nada, y el resultado es una imagen, a eso le llamo arte y, además, tiene otra distribución: galerías, exposiciones o, simplemente, me lo guardo. Lo otro es un encargo de alguien que tiene una necesidad de comunicación.
Atiende pedidos de muy diversos ámbitos. Ideó la imagen del partido sueco Socialdemokraterna. ¿Aceptaría el encargo de una campaña política en el Estado español?
En principio, creo que no, pero, si lo aceptara, tendría que ser estando muy de acuerdo. Hoy cualquier partido lleva gente como Blanco o Acebes, que son maquinarias dentro de un tipo de discurso muy quemado y viciado; no creo que pudiera hacer nada de esto. Más que una campaña política, me gustaría trasladar al soporte audiovisual conceptos, reflexiones sobre nuestra sociedad. Las campañas políticas son muy burdas.
En el terreno del audiovisual, el «anime» no ha tenido problemas para desembarcar entre nosotros, ¿cómo han recibido allí sus trabajos?
Japón es un país curioso y abierto, mucho más evolucionado que nosotros. Al mismo tiempo, su sociedad es muy cerrada, hay mafias conceptuales y, por lo tanto, es muy difícil entrar. Es muy moderna y, al mismo tiempo, tremendamente medieval.
Está a pocos metros del Guggenheim. Su apertura generó un fuerte debate sobre los grandes templos de la cultura, sobre el predominio del continente sobre el contenido. ¿Qué opina sobre este proyecto?
La operación del Guggenheim ha sido todo un hito. No es que nunca se hubiera hecho nada parecido: desde Napoleón a Hitler, todo el poder siempre ha reflexionado y ha utilizado la arquitectura para expresar una serie de ideas y cambiar la sociedad; como valor simbólico muchísimo. La gran fuerza del Guggenheim reside en que ha habido un antes y un después del museo, no sólo para Bilbao sino para todo el mundo; cualquier político y cualquier ciudad quiere hoy su Guggenheim. Puedes estar de acuerdo o no, pero hay que reconocer que ha sido muy interesante.
¿Cómo influyó en usted la presencia del edificio de Gehry para su intervención el Hotel Domine, situado en frente?
Absolutamente. El local era horroroso, lleno de columnas, de retoques, olía a cuartel. Hubo que reconvertir tres edificios en un hotel que funcionara, que tuviera su lógica. La referencia siempre fue que teníamos delante aquella vista; más que el Guggenheim, todo el proyecto de la nueva ría.
Inaugura en Bilbo una exposición con objetos «que nos han cambiado la vida».
Ideamos para Bombay Sapphire una acción en el ámbito de las relaciones públicas, para que se diera a conocer, contactase con el público y hablase de su producto a través de una reflexión. En lugar de una acción más festiva, optamos por una exposición de objetos cotidianos que nos han envuelto, que nos han aportado alegrías, sorpresas, que nos han cambiado la vida, nos han ayudado. La primera vez que usaste una Polaroid quedaste fascinado y la primera que hablaste por un móvil no te lo acababas de creer.
«Lo primero para mí es comunicar. La mayoría de lo que hacemos en el estudio quiere explicar algo que está pasando»
«Todos quieren hoy su Guggenheim. Puedes estar de acuerdo o no, pero hay que reconocer que ha sido interesante»
Si bien la muestra está abierta al público desde hoy, los ganadores no recibirán el premio hasta el próximo 27 de diciembre. Será en una gala que tendrá lugar en Artium.
Exposición: Obras presentadas al Certamen Blas Arratibel, entre ellas, las de los ganadores, Nuria Conesa, Manuel Lesta y María Jesús García.
Lugar: Archivo Provincial, Gasteiz.
Organiza: Diputacion Foral de Araba.
Entrada: Gratuita.