El partido de la derecha suiza, primera formación del país, hizo efectiva ayer su amenaza de pasar a la oposición y prometió pasar factura a una clase política que ha desalojado del Gobierno a su líder, el xenófobo Christoph Blocher.

Por primera vez desde hace medio siglo, un partido ganador en las elecciones pasa a la oposición, perspectiva desestabilizadora en un sistema en el que basta la firma de 50.000 ciudadanos para exigir un referéndum contra las leyes votadas por el Parlamento.

En Suiza rige desde 1959 un sistema por el que derecha e izquierda se reparten las carteras gubernamentales. El resto de grupos no cumplió su parte y, en vez de a Blocher, eligió a una representante moderada del partido UDC, Eveline Widmer-Schlumpf.

El aparato de la formación, controlado por el ala blocheriana, se ha desmarcado tanto de ella como del otro dirigente elegido para el cargo.

Algunos analistas auguran una escisión dentro del partido y no falta quien apunta a una quiebra del modelo de consenso helvético.