Obdu Lorenzo y Gabi Isasa Junteros de ANV en Gipuzkoa
«Zurekin aurrera»
Con planes de gestión como éste los que de verdad están dando botes de alegría son los constructores, cementeras, entidades financieras, etc.
Con este lema se presentó en público el Plan de Gestión Gipuzkoa 2007-2011. Una primera presentación en Juntas a los batzarkides y otra, más mediática, dirigida a las fuerzas económicas, políticas, deporte, Iglesia, etc. Nosotros, representantes de más de 72.000 guipuzcoanas y guipuzcoanos, no fuimos considerados como tales y nos invitaron a acudir a esa última.
De lo allí dicho poco nuevo y resaltable. Era una operación de marketing ideada para vanagloriarse de lo que están haciendo y que parezca que la sociedad les reconoce su valía. Pero allí no estaba la ciudadanía guipuzcoana. Trabajadores, comités de empresa, movimientos sociales... brillaban por su ausencia.
Markel Olano habló de equilibrio territorial, de mejorar el bienestar social, modernización de infraestructuras y desarrollo sostenible, nueva cultura política, competitividad económica y de proyectar Guipúzcoa interna y externamente.
Sobre el equilibrio territorial y modernización de las infraestructuras, sus expectativas se reducen a seguir cubriendo el territorio guipuzcoano de cemento y asfalto. Se olvidan, él y su equipo, que Gipuzkoa es un conjunto de ciudades y pueblos, valles y montes donde habitan personas con necesidades y derechos. Nos hablan de la AP1, del corredor del Jaizkibel, del segundo cinturón de Donostia, de la «Y vasca», del corredor Durango-Beasain, del puerto exterior de Pasaia, del aeropuerto de Hondarribia... y se quedan tan anchos. Todo ello aderezado con la coletilla de desarrollo sostenible. ¿De verdad nos creen tan inocentes?
Admiten que hoy en día es cada vez más grande el hueco entre políticos y gente de a pie, y Markel Olano quiere cerrarlo con una norma foral sobre participación ciudadana. Ni sonrojarse.
Eso sí, todos somos Gipuzkoa, críos, jubilados, emigrantes, arrantzales... y, como dice el lema del Plan, «Zurekin aurrera». Pero no nos dijo hacia dónde. Para nosotros está claro. Con planes de gestión como éste los que de verdad están dando botes de alegría son los constructores, cementeras, entidades financieras, etc. En ningún momento citó palabras como deslocalización, cierre de empresas, sectores en crisis, I+D para el sector primario (arrantzale y baserritarra). Tampoco citó el número de hogares guipuzcoanos que están en el umbral de pobreza y quienes no llegan a fin de mes. Ni se habló del Impuesto de Sociedades, pero todos sabemos que este año cerca de cien millones de euros no entran en las arcas forales por la rebaja de los impuestos a sociedades que, en un gran número, han tenido cuantiosos incrementos de beneficios y que llevan una decena de años con récord de ganancias.
Si se destinan ingentes cantidades económicas a desarrollar proyectos megalómanos, no puede haber dinero para gastos sociales. Dijo que en cuatro años tenían previsto abrir 1.000 plazas de residencias para mayores en toda Gipuzkoa. ¿Son suficientes? A todas luces, no.
La apuesta de Markel Olano y su equipo es clara. Una política neoliberal donde el dinero se mueve a una velocidad terrible, donde las trabajadoras y trabajadores se limitan a ver ese movimiento sin, prácticamente, tocarlo. El neoliberalismo afirma que el movimiento del dinero genera riqueza. Riqueza, sí, pero que acaba en muy determinados bolsillos. No hay que irse a EEUU para ver que la distribución de la riqueza es escandalosa.
Pongamos un ejemplo basado en datos del EUSTAT. En el año 2005 la Comunidad Autonóma del País Vasco tenía un PIB de 65.825.958.000 euros, 30.645 euros por cada habitante. Es decir, una pareja con un crío de 5 años debería tener una riqueza anual de 91.800 euros. ¿Conocéis muchas de ésas? Lo que sí sabemos es que el Salario Mínimo Interprofesional es de 7.988 euros y que la Renta Básica apenas sobrepasa los 6.000 euros.
Estos días asistimos a una campaña de publicidad por parte de la Diputación Foral para intentarnos convencer de que Gipuzkoa somos todos. Eso sí, unos con más derechos que obligaciones y otros al revés.
Nosotras y nosotros estamos convencidos de que otra Gipuzkoa es posible y que la ciudadanía guipuzcoana apostaría por otro futuro si se le preguntara. Pero ése es otro cantar. Nuestra prioridad es destinar el dinero que existe en Gipuzkoa a necesidades de la propia ciudadanía, por eso decimos no al Tren de Alta Velocidad, en el que van a a enterrar 9.000 millones de euros para una obra que da servicio a una élite y margina cualquier inversión en un tren social que una las comarcas y pueblos. Tren social que en los últimos años no ha visto inversión alguna si no ha sido para suprimir lineas y servicios deficitarios.