Txanba Payés Cantautor y poeta salvadoreño residente en Euskal Herria
Políticos y tertulianos de la tortura: ¡Imbéciles!
Cuando escribí este artículo, hace unos años, quería denunciar a un gobierno –el de ElSalvador– que permitía las torturas y al torturador. Donde dice «estudiantes» lean
«vascos»
Curiosamente esto lo escribí a los torturadores de El Salvador, las «coincidencias» pueden ser el reflejo de que no vale vivir en un país como El Salvador, al que los países del norte «rico» llaman «tercer mundo». Cuando lo escribí, hace unos años, quería denunciar a un gobierno que permitía –y ocultaba– las torturas y al torturador. Pero me di cuenta que no sólo era el gobierno, si no que éste se valía de un aparato mediático para ocultar la tortura, y esconder a los torturados con lisonjas baratas, enalteciendo, eso sí, al que torturaba con alharacas vacías de que lo hacía en defensa de la patria. Las torturas se las hicieron los escuadrones de la muerte de El Salvador a uno de mis hermanos. Porque en mi país, no existía ni existe la tortura.
Una recomendación al lector antes de ponerse a la tarea de leer este artículo: donde dice «estudiantes» lean «vascos». Este es el artículo:
Hoy esa parece ser la consigna. Muchos contertulios, imbéciles y estúpidos de la palabra, enajenados mentales por una moral estúpida y perversa que venden su conciencia al mejor postor, se afanan en justificar lo injustificable. Cuando hemos denunciando la tortura, nos llaman mentirosos.
Hoy, el dolor de la tortura la vemos mas factible y cercana, la vemos como una quiniela a la que solo jugamos los estudiantes (recuerden, «vascos»). Porque todos los que nos oponemos a la consigna de ¡todo vale! también vamos a sufrirlas y vamos a ser devorados por los tertulianos imbéciles. Porque si lo denuncias y te solidarizas con los que han sufrido torturas, te tildaran de cómplice; y si quieres demostrar tu afecto, tu cariño, tu amor a tus parientes y amigos, te llamarán cómplice; porque ellos dicen que hacemos apología del terrorismo, y por las denuncias y por las muestras de cariño, te puedes jugar la quiniela macabra de sentir en primera persona, la tortura.
No tienen reparos en lanzarse al cuello de aquellos que denunciamos a los torturadores y nos insultan, nos endilgan palabras que más bien se las deberían de aplicar ellos mismos, frases como: quien dice haber sido torturado, miente, y quienes denunciamos a los torturadores, mentimos. Nos llaman mentirosos cuando la mayoría de los ciudadanos sabemos que son ellos, los políticos y tertulianos imbéciles, los que mienten.
Quienes ostentan el poder permiten que se ensañen con las personas, que con sus cuerpos dóciles las fieras devoran, y con sus sucias manos emplean la capucha y la picana –entre otras lindezas–, siguiendo las instrucciones del «manual del buen torturador» made in USA. Son ellos los que la permiten, con su hipocresía y doble moral, al grito de ¡todo vale! y son el aval para que las bestias ejerzan en sus «presas» tan horrendos métodos, y tengan manos libres para poder ejercer la tortura en aquellas personas a las que tienen en las celdas, o en su patrol cerca de caminos, meandros y riachuelos.
No vamos a permitir que manipulen nuestras conciencias, ellos, piensan que pueden apoderarse de nuestras conciencia con frases hediondas y permisibles, justificando la tortura y al torturador. No todos compartimos ideas que atrofian a la vida humana. No todos compartimos esos «valores» que se mezclan con un nauseabundo hedor dizque democrático, ellos, ensalzan al que tortura lo esconden y apremian.
Nadie puede permitir que pueriles de la pluma y la palabra ejerzan en nuestra conciencia como acicate un análisis y una apología de la tortura. Nadie debe de ejercer en nosotros de forma sucinta, abyecta y corroer nuestras conciencias para que también nosotros seamos cómplices de sus maldades. Porque si permitimos que gentuza como los contertulios de labia estúpida y rimbombante nos insuflen sus obtusas e ignaras mentiras, somos cómplices; o si por alguna pequeña duda que logren insuflar en nosotros, han ganado, sí ellos, los de lengua fácil, intelectuales de la tertulia, imbéciles. Si permitimos que ellos hagan mella en nosotros, estamos dándonos por vencidos. Debemos de seguir denunciando la tortura, porque solo así lograremos erradicarla. Porque a estas alturas del conflicto todos sabemos que la tortura sigue siendo el método que emplean a quien tienen en sus garras y firmen declaraciones hechas por sus esbirros.