El British Council (BC) anunció ayer que suspenderá las actividades de sus sedes en las ciudades rusas de San Petersburgo y Ekaterimburgo. El director ejecutivo del instituto británico, Martin Davison, afirmó en un comunicado que les resulta imposible continuar con su trabajo ante la intervención del Servicio Federal de Seguridad. Acusó al Gobierno ruso de iniciar una «campaña de intimidación contra el personal» de estas dos oficinas.

«Los interrogatorios tienen poco que ver con su trabajo y tienen claramente el objetivo de ejercer una presión excesiva sobre personas inocentes», subrayó.

Denunció que más de 20 empleados rusos fueron citados por los servicios de seguridad para ir a entrevistas individuales, mientras que otros diez recibieron en su casa la visita de la Policía.

Con la «suspensión de las actividades» en ambas ciudades, la única delegación del British Council que permanece abierta en Rusia es la de Moscú.

El ministro británico de Asuntos Exteriores, David Miliband, tildó de «censurable e indigno de un gran país» el comportamiento de las autoridades rusas, que acusan al instituto británica de realizar actividades irregulares.

Moscú alegó que fue la negativa de Londres a cumplir la orden de paralización de la actividad del BC lo que ha conducido a las relaciones entre ambos países, ya deterioradas desde la muerte del espía Litvinenko, hacia una «crisis profunda».