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alpinismo Actividad rusa en un seismil del Himalaya

Kwangde Lho apertura invernal en estilo ligero

La cordada formada por Vladimir Belousov y Alexander Noikov abren en el seismil nepalí Kwande Lho la ruta «Chicory»: 1.200 m, (2.100 m de recorrido), M4, WI4, 80º y V/V+

Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA

Hasta el día de hoy sólo nos llegaban noticias de las expediciones que durante este invierno se están (o estaban) enfrentando a ochomiles, tales como el Makalu, Broad Peak y Nanga Parbat. Pues bien, todavía hay quienes se acuerdan de otras montañas más pequeñas del Himalaya en plena época invernal. Una de dichas empresas, no creemos que haya sido la única, corresponde al tándem ruso Vladimir Belousov-Alexander Noikov. Esta cordada se decantó por una cara norte de un seismil técnico nepalí: el Kwangde Lho (6.187 m). Esta montaña, más concretamente su vertiente más sombría, que se encuentra en la región del Khumbu, ha sido desde los años ochenta un caramelo muy goloso para diferentes grupos de alpinistas de todo el mundo. Una cara con todos los ingredientes made in cara norte Alpes, en la que se han dado resultados alpinos sobresalientes.

Sí, la vertiente más fría del Kwangde Lho se ha convertido casi en una autopista, y lo decimos por las diferentes vías que la recorren. Desde Mandala de 1985 (1.150 m, Lorenzo-Muñoz) hasta la más reciente, la firmada por los protagonistas de esta crónica. Belousov y Noikov han abierto durante este mes de enero una nueva ruta en tres días de escalada (entre el 8 y el 10) y tres de descenso: Chicory (1.200 m de desnivel, 2.100 m de escalada, M4, WI4, 80º y V/V+). La nueva vía se encuentra entre la legendaria Breashears-Lowe (ED2, WI6, 1.200 m, diciembre del 2002) y la española Mandala.

Los alpinistas rusos se decantaron por la célebre cara de Hungo de este seismil técnico en pleno calendario oficial del invierno, es decir, el nuestro. Nada más llegar al campamento base, lo organizan, y su primera tarea se centra en visionar la gélida cara que querían escalar. Le echan un vistazo con los prismáticos, y en pleno escaneo se dan cuenta de que se encuentra en condiciones muy secas. Primera sorpresa de la expedición: «Llegamos casi a pie de pared con todo nuestro equipo de hielo, y nos damos cuenta de que las líneas de hielo no campan a sus anchas; todo lo contrario, apenas se divisa una en buenas condiciones. Nos preguntamos qué vamos a hacer con el panorama que tenemos por delante. Lo que tenemos claro es que no queremos escalar una vía totalmente de roca. La analizamos de nuevo detenidamente, y de nuevo nos confirma que no hay ninguna propuesta de hielo que nos lleve directamente a la cima principal. Es el caso de la ruta Extra blue sky (ED2, 1.200 m, Beaugey-Profit-Rhem-Ruby, 1996, sólo Profit y Rhem hacen cima). Con todos nuestros quebraderos de cabeza, al final nos damos cuenta de que la única alternativa posible de nueva línea es la que nos lleva a la pared entre el Kwangde Lho y el collado Kwangde Nup».

Tras consensuar el objetivo -querían nueva línea y no seguir alguna variante de las líneas centrales de la pared-, los rusos se ponen en marcha. En cuanto al estilo, Belousov y Noikov deciden escalar ligeros. Al ser una tapia tan propicia para ese estilo, la cordada lleva para la escalada un par de pequeñas mochilas. En el interior, el material más minimalista: un saco de dormir para ambos, una pequeña tienda, una cuerda de 8 milímetros, un pequeño juego de camalots, 6 tornillos de hielo y un jumar. La idea es clara: en las tiradas más duras y técnicas el primero de cordada escalaría sin peso y el segundo jumarearía.

Recorrido muy largo

El campamento base lo montan a 4.500 metros de altura; y, tras las pertinentes jornadas de aclimatación, el pasado día 8 salían para arriba. «Atravesamos la parte inferior de la cara norte del Kwangde Nup. Nos metemos en un couloir que nos lleva hasta una banda rocosa. Tras superarla, tenemos ante nosotros el espolón noroeste que desciende desde la cima del Kwangde Lho. Montamos nuestro primer vivac», informa la cordada rusa.

Tras una buena tirada de escalada, los alpinistas se encuentran debajo de la barrera rocosa central, muy cerca de la vía Mandala. Tras realizar una travesía horizontal a la derecha, llegan a la cresta. Pinta bien, pero al mismo tiempo prevén que la parte que se divisa encima no será técnicamente nada fácil. Ven mucha roca, con tramos que seguramente tendrán que escalar en artificial. Pasan de esa opción, ya que a la derecha de la pared hay una sección mixta y de hielo que creen puede superarse en libre.

El rompecabezas empieza a tener otra cara, y es que los rusos consiguen llegar a la arista sureste. Están ya muy arriba, justo a 100 metros de la cima del Kwangde Lho. Allí «montan» su segundo vivac. Y lo ponemos entre comillas porque el panorama que encuentran en ese punto es bastante desolador: Para empezar, las condiciones climatológicas son de por sí muy duras: hace mucho frío -unos 20 grados bajo cero- y, por si eso fuera poco, las ráfagas de viento son bastante fuertes. Se preguntan cómo van a levantar la tienda, ya que el viento lo hace imposible y, además, tampoco encuentran una repisa medianamente cómoda. Resultado: un vivac a pelo de los duros.

Pasan la noche como pueden, y, sin perder tiempo, a la jornada siguiente comienzan a escalar muy temprano. Es el 10 de enero, el tiempo es bueno, con cielo azul y sin tanto viento. Tras escalar el último tramo, Belousov y Noikov hacen cima a las nueve y media de la mañana. La fría e imponente cara de Hungo del Kwangde Lho cuenta así con una nueva ruta: Chicory (1.200m de desnivel, 2.100 m de recorrido, M4, WI4, 80º y V/V+ en roca). Los protagonistas de la escalada dan más detalles de las características técnicas de su nueva obra: «Para empezar, escalamos unas buenas tiradas de nieve y hielo a 40º-50º. Lo más difícil se concentró en cinco largos. Tres de ellos (M3, WI4, M3) los escalamos en la primera jornada; justo los que superaban la banda rocosa que se encuentra encima del estrecho couloir. Otras cuatro tiradas duras para salir a la arista sureste (M3 y V/V+ en roca) y ya en la cara sur de la montaña, justo debajo del segundo vivac, otros largos de M2/3 y WI3.

No se trata de la vía más técnica y dura de dicha pared, quizá sea la más fácil para llegar a la arista cimera de la cara de Hungo. Pero para la cordada rusa era su primera nueva ruta en la cordillera del Himalaya. Además, la han abierto en invierno, y con eso está dicho todo.

Descenso muy complicado

Abrir una nueva ruta en invierno en una cara tan exigente como la norte del Kwangde Lho es de por sí un excelente resultado, pero, como siempre, todavía queda el descenso. Y en el caso de los rusos fue realmente muy complicado. Adelantábamos que Belousov y Noikov hacían cima hacia las 9:30 del día 10. Por delante se presentaba una bajada que no entraba demasiado en el guión de los rusos. Se deciden por la ruta original. Tras unos rápeles muy severos, llegan a la arista sur, que se encuentra con hielo muy duro. Esta ruta fue abierta en 1978 por los japoneses Ishikawa, Iwaha y Ogawa; además de varios sherpas.

Con mucha precaución, con todos los sentidos en alerta, llegan hasta el Lumding Valley. El descenso lo daban por finalizado. Bueno, es una forma de decir, ya que el campamento base lo tienen en la otra vertiente, y por delante tienen un recorrido que se las trae: largo y arduo. Llegan al paso Lumding La con bastantes dificultades. Lo atraviesan y bajan 600 metros hasta la otra cara por un espolón entre dos valles muy empinados. Llevan ya muchas horas subiendo, bajando, destrepando... Les pilla la noche. Tras vivaquear, al día siguiente (12 de enero) llegan al poblado de Pkhanding, al lado del río Dudh Kosi. Ahora sí, acaban los verdaderos quebraderos de cabeza.

MINIMALISMO

Para la escalada, la cordada rusa llevó un par de pequeñas mochilas. En el interior: un saco de dormir para ambos, una pequeña tienda, una cuerda de 8 milímetros, un pequeño juego de camalots, seis tornillos y un jumar

en invierno

No se trata de la vía más técnica y dura de dicha pared, quizá sea la más fácil para llegar a la arista cimera de la cara de Hungo. Pero, para la cordada rusa era su primera nueva ruta en el Himalaya y, además, la han abierto en invierno.

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