Uno de los paisajes más espectaculares de nuestra geografía es, sin duda, la vertiente norte de la sierra de Aralar, popularmente conocida como Malloak. Superando esta formidable muralla, vamos a trazar un circuito en el que conjugaremos la bravura de los contrafuertes rocosos de la sierra con la placidez de sus praderas.

El pueblo de Errazkin (423 m), aunque situado geográficamente en el valle de Araitz, administrativamente pertenece al de Larraun. Sus enormes casonas se arraciman en torno a la iglesia de San Martín de Tours, junto a la cual comenzaremos nuestro itinerario.

De la parte más elevada del pueblo parte entre sus últimas edificaciones una pista cementada que pronto adquiere fuerte inclinación. Al cabo de 5 minutos dejaremos a la derecha el depósito de agua y continuaremos por la cinta de cemento hasta su conclusión.

Un paso dispuesto en la alambrada nos permite abordar el inicio de un sendero que acomete el ascenso por los pronunciados desniveles de Malloak. Enseguida dejamos a la derecha una fuente. El camino asciende siguiendo un trazado que va ganando altura con la sabiduría de las viejas rutas de nuestra montaña.

Cruzamos una langa metálica y seguimos superando las lazadas de un sendero que fue en tiempos pasados uno de los más utilizados por los rebaños para alcanzar los pastos altos de Aralar. Ya más arriba, se nos cruza en el suelo del camino una cable metálico. Es el testimonio de las numerosas sirgas que eran usadas hasta hace unas décadas para el transporte de los fardos de hierba desde las laderas altas de Malloak hasta los caseríos del valle.

Los cables de Malloak

Tres minutos después de cruzar el cable llegamos a una curva pronunciada. Aquí abandonaremos el sendero principal, que marcha al encuentro del collado de Beluta, por el que regresaremos. Ascendemos unos metros hasta encontrar, entre unas pequeñas hayas, una fuente. Junto a ella arranca un tenue sendero en dirección Oeste que va ganando altura de forma progresiva faldeando la ladera herbosa.

Llegamos así hasta un raso sobre un contrafuerte rocoso. Los horizontes se amplían de forma espectacular: el valle de Araitz se hunde bajo nuestra vista, al tiempo que los horizontes se cierran de forma abrupta en la muralla de la sierra. Seguimos avanzando manteniendo las sendas paralelas abiertas por los rebaños en la ladera. Nuestra referencia ahora es un promontorio que, como una proa de barco, apunta hacia el valle.

Cuando llegamos hasta él podemos contemplar sobre nosotros la silueta emergente de la pirámide de Ttutturre a la que pretendemos llegar.

Para ello, seguiremos una senda ascendente bien marcada en la ladera herbosa hasta alcanzar el collado al pie de Ttutturre. Sólo nos queda ganar la cumbre aprovechando los estratos ascendentes que forman la cabeza de esta montaña.

Llegamos a la cima de Ttutturre (1.282 m). Retornamos al collado y, en dirección Sur, buscamos el antiguo paso de Abategaña. Al otro lado se despliega ante nosotros toda la amplitud y belleza natural de las campas de Etzanta. Ahora con rumbo Oeste descenderemos siguiendo la referencia de las pistas hacia las bordas de Prantses erreka. A la altura de ellas encontramos un indicador que marca «Iribas». Seguimos su dirección hasta cruzarnos, unos metros más abajo, con una langa metálica. Pasamos al otro lado. El camino marca un suave descenso y en algunos tramos no está muy marcado, pero una sucesión de hitos de piedra nos ayudarán a seguir la ruta a través del bosque. El tramo resulta precioso y nos transporta de nuevo hasta el borde de la sierra. A la vista de la alambrada descendemos unos metros hasta localizar en una entalladura el paso de Beluta, que nos llevará pronto a enlazar con el camino de subida y nos devolverá al punto de partida.