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Francisco Larrauri Psicólogo

De los garbanzos a las técnicas de asfixia, la misma realidad política

De los garbanzos que aplicaron al maestro, a los golpes en la Puerta del Sol que mataron a Arregi, a las técnicas de «water-boarding» que ahogaron a Zabaltza, hasta las técnicas en el río Aramaio, se repiten las mismas políticas complices con los funcionarios torturadores

Ante las inoportunas bromas infantiles que sobrevenían en la escuela el último día de clase, aita siempre nos reclamó un respeto especial para un maestro de Gasteiz, cuyo nombre aún hoy me reservo. La curiosidad fue colmada y casi bajo secreto de confesión, reveló al niño que en mí habitaba que aquel instructor, hombre bajito, regordete y con gafas, durante la paz de Franco había sido torturado haciéndole caminar, hincado con las rodillas desnudas, encima de garbanzos secos. Esta leguminosa redondeada con un pico formado por el relieve de la raicilla, era utilizada por la Policía y la Guardia Civil española para horadar la piel de la rodilla, clavarlos en los ligamentos del detenido y conseguir a través del correspondiente sangrado la sensación de quemazón en la parte más baja de la rótula, manteniendo al preso con el torso erguido, las rodillas separadas y los muslos verticales.

A pesar de lo que ha llovido, no es difícil, utilizando la tortura como hilo conductor, hacer un ensayo de reflexión de la política social de los gobiernos españoles que en las últimas décadas han pasado violentamente sobre Euskal Herria. De los garbanzos que aplicaron al maestro en Gasteiz, a los golpes secos y duros en la Puerta del Sol que mataron a Joseba Arregi, a las técnicas de water-boarding (asfixia por agua) que ahogaron hasta la muerte a Mikel Zabaltza, hasta las actuales técnicas en el río Aramaio, se repiten las mismas políticas de complicidad con los funcionarios torturadores. Esta impunidad casi total de las fuerzas de seguridad española, a pesar de las muertes por tortura de ciudadanos vascos, constituye la prueba de que nunca ha existido la garantía de libertad para la comunidad de Euskal Herria y que la tortura, con la misma meta aunque con diferentes técnicas, pertenece a la misma realidad política.

Todos los gobiernos españoles están pues transitando en el mismo vehículo todo-terreno por el mismo camino de antaño, sin desvíos ni crisis y con la misma realidad política que padeció mi maestro, sin desterrar los vicios de la dictadura y, en definitiva, proyectando la intolerancia ideológica y política de la España golpista al siglo XXI. Sin embargo, viéndose cogidos por las ansias de libertad de una sociedad vasca cada vez más resuelta a decidir su futuro, están forjando con la ayuda de otros políticos e intelectuales el cuerpo ideológico a imponer en la futura relación con Euskal Herria, lo cual ha hecho obligatorio intervenir en el frente histórico, jurídico y simbólico.

En la historia de la transición política de 1975 han deslizado el concepto de «año cero de la democracia», como si las reivindicaciones políticas -como el derecho a decidir o el derecho a la autodeterminación de los movimientos ciudadanos, populares y la resistencia durante las décadas del franquismo, que tuvieron la democracia como referente- no hubieran existido y pudieran ser eliminadas con la Ley de Partidos que tan bien aprovechan el PSOE y el PSE. En términos generales abogar por la desmemoria o por el año cero de la democracia favorece el proceso histórico que actualmente quiere imponer el Gobierno español, ilegalizando a los partidos políticos que apuestan con amplia representación por la independencia de Euskal Herria.

En el aspecto jurídico se han armado con una constitución de obediencia obligatoria, para impulsar y explicar el año cero de la nueva nación española. No obstante, el nuevo sentimiento nacional español quedó muy bien reflejado el 18 de Julio de 1978, con la Constitución española ya en galeradas, cuando la Casa Real divulgó públicamente este escrito: «Hoy se conmemora el aniversario del alzamiento nacional, que dio a España la victoria contra el odio y la miseria, la victoria contra la anarquía, la victoria para llevar la paz y el bienestar a todos los españoles. Surgió el ejército, escuela de virtudes nacionales y a su cabeza el generalísimo Franco, forjador de la gran obra de regeneración».

En tercer lugar, quieren imponer simbólicamente en el plano colectivo e individual la limitación de no poder concebir una sociedad sin la figura de un rey legado. Los cuentos de Sisí, la realeza y la cortesanía son, a la vez que ligazón, el baluarte que parapeta este círculo simbólico.

Para todo ello, se han rodeado de un aparato mediático público y privado agradecido que se pone voluntariamente en fuera de juego, al olvidar su función critica con la desmemoria de los partidos políticos, con un texto que quiere ser dogma y con ese legado sin carisma que dejó Franco. Sin embargo, son los hechos -o sea, las torturas que estos medios también ocultan-, los que de forma dramática descubren la realidad política en Euskal Herria; y al preguntarnos cómo se han generado, descubrimos que no es una novedad ni mucho menos un cambio. En definitiva se trata de un legado impuesto que hipoteca nuestra libertad.

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