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Raimundo Fitero

Carnavales

El Tomate ha muerto. ¿¡Viva el Tomate!? Nunca una despedida ha contado con tanto éxito. Cualquiera que no conozca un poco los antecedentes del asunto puede estar convencido de que el Tomate ha desaparecido de la parrilla de manera circunstancial y que va a reaparecer en breve disfrazado de salsa, de puré o de ensalada. Manifestaciones, minutos de apagón, denuncias de los supuestos inductores de esta defenestración, señalando claramente a la pareja Aznar-Botella que, por cierto, deben estar de luto porque ha fallecido el cura abusador sexual fundador de la orden de los Legionarios de Cristo Rey, lo más reaccionario de la secta más reaccionaria de la historia de las religiones.

Digamos que en sus tres últimas entregas se han desmadrado un poco los del Tomate, están haciendo mucho ruido, una especie de traca final que se supone se está haciendo de acuerdo con los responsables de la propia cadena. Se manifiesta la solidaridad de otros presentadores de Tele 5, se nota un revuelo interno muy bien manejado para que la ola se mantenga el máximo de tiempo en su punto alto. En fin un largo, larguísimo adiós, que ya se anuncia que hoy tendrá su continuidad en «La Noria», por lo que nos esperan unos carnavales con Tomate.

Los carnavales son un majestuoso material televisivo que se nos ofrece de diferentes maneras, con acciones institucionales que nos endilgan una ceremonia larguísima de proclamación de las reinas en Tenerife, por ejemplo, en donde todos, pero es decir, todos los noticiarios se han hecho eco de la ceremonia de este año, y en todos los casos se han utilizado frases con la palabra amargura, amarga o amargo, para hablar de refilón del desastre creado el año anterior por el bailarín con un exceso de ego. En la mayoría de los reportajes, con la idea de que Cádiz y sus chirigotas son una referencia de crónica social o política, parece ser que los obispos van a ser estrellas. Motivos están dando. Pero motivos sobrados para excomulgarlos de la democracia, si es que alguna vez confesaron esa idea. Lo único cierto es que después de este fin de semana y el entierro de la sardina empieza la cuaresma, o sea, que la secta de los obispos nos marca el paso.

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