Bego Intxaustegi pone a dialogar la pintura con la poesía y la escultura
La galería Vanguardia de Bilbo acoge una exposición con las últimas obras de la artista y muralista bilbaina. En la muestra, la autora presenta una instalación y otra serie de obras que quieren ser una serie de diálogos superpuestos sobre las distintas disciplinas artísticas.
Karolina ALMAGIA | BILBO
La exposición «Palabras que vuelan» presenta los últimos trabajos realizados por Bego Intxaustegi (Bilbo, 1952), en los que la artista interrelaciona pintura, poesía y escultura a través de diálogos superpuestos.
El elemento central es una instalación creada expresamente para la galería Vanguardia: un texto suspendido desde el techo, en vinilo de color acero, proyecta su sombra sobre el suelo ofreciendo reflexiones sobre el sentido de esta exposición. «La poesía me vincula con el alma y con ella quiero expresar que las ideas no tienen límite, no se pueden reducir sólo a un contexto. La energía de una palabra es como el alma de las cosas, se refleja fuera de la persona. Cada proyecto reinventa el lugar, por eso las palabras salen de las pinturas, vuelan, recorren paredes, suelos y salen de la galería», señala la autora.
En otra de las obras -«Galería errante»-, esta pintora, poeta, muralista y profesora de la Facultad de Bellas Artes de Leioa reflexiona sobre la contradicción entre el artista y las galerías de arte. Un carro de madera con ruedas de aluminio, bajo un arco que lo envuelve, es el soporte para «dar a conocer mis raíces en el arte, las conexiones sobre nuestra historia cultural». Intxaustegi, discípula de Jorge Oteiza, no olvida el «privilegio» que ha tenido de «aprender de los grandes artistas que ha tenido Euskal Herria», algo de lo que quiere «dejar constancia» a través de algunas obras. «Todos somos lo que somos gracias a tantas otras personas», insiste.
Sin límites
En su propuesta «Pinturas para la luz», las obras quedan suspendidas para verse a través de una ventana, en un espacio transparente. «Doy prioridad a los procesos, procurando no ponerme límites ni definir y, sobre todo, no revelar. Casi me atrevería a decir que oculto intencionadamente, me parece mucho más sugerente. Disfruto de crear, de buscar interrogantes, de perderme, de la gozada de no entender, de buscar esa verdad que oculta su final». Desde una «abstracción y síntesis», dibuja formas en movimiento, intentando conseguir «vacíos sugerentes» que le llevan a «dinámicas espaciales».
«Mi obra siempre queda intencionadamente abierta, siempre se sale del soporte pictórico y en cualquier momento puede retomar un trabajo anterior -indica Bego Intxaustegi-. Tengo de vecinos en el taller a unos hojalateros que cuando vienen de visita siempre me dicen: ¿pero nunca acabas nada?, ¿vuelves a pintar sobre un cuadro anterior? Para mí todo tiene sentido, ahora adelante, ahora atrás». Y lo hace utilizando todo tipo de materiales: telas, acrílicos, collages, estructuras de madera o metálicas, fotografías..., todo lo que dé lugar a «colores como sonidos desvanecidos, sonidos que hablan de pintura, colores dentro de colores, estructuras incompletas que te trasladen a otro espacio y horizonte más amplio».