Ya salieron las sotanas, de paseo en procesión, para pedir y vetar el voto. Y como cabía imaginar, la prensa tomaba ayer posición ante el nuevo mandamiento: «Votarás al PP». Unos a favor y otros, por supuesto, en contra.

En el editorial de «La Razón» se felicitaban y dejaban sentado que «el hecho de que al PSOE le haya molestado especialmente esta reflexión revela el complejo de culpa de sus dirigentes por haber concedido a ETA el estatuto de interlocutor político durante tres años y ahora esté reculando a marchas forzadas para no pagar la factura electoral». También en «El Correo Español» escribían el editorial con incienso y aseguraban que el pronunciamiento episcopal era «coherente» con su misión divina y humana y que, en consecuencia, «la utilización del calificativo `injustas' resulta inadecuada en el ejercicio por parte de la cúpula de la iglesia de su legítima capacidad para censurar las reformas del Congreso y aspirar a su revocación». Pues que suban a los púlpitos y se dirijan a sus fieles. Lo que pasa es que van tan pocos... En «El Mundo» aprovechaban para arrimar el ascua a su sardina y sentenciar que «la Iglesia Católica tiene todo el derecho a realizar una denuncia como ésta, pero también es lógico que se aproveche la ocasión para recordarle que en su mismo seno tolera a curas y obispos que no sólo consideran a ETA un interlocutor político, sino que defienden las posiciones del entorno de la banda. En la Iglesia sigue -sin recibir apercibimiento alguno- monseñor Setién con un discurso como mínimo equidistante entre las víctimas y los verdugos». Ya salió su particular fantasma de paseo.

Extramuros del templo se situaba «El País» que advertía que «no se trata de negar a los obispos su derecho a introducir sus mensajes pastorales en la vida política, sino de recordarles que, diferencia del resto de los ciudadanos, ellos disponen de un espacio exclusivo y reservado para hacerlos: los templos». No le falta razón, lo que pasa es que, como ya ha quedado consignado, van tan pocos... Y por si lo anterior pareciera poco, ahí va la sentencia de Prisa: «En el terreno político, ni son pastores de nadie puesto que rige el principio de una persona, un voto, ni pueden reclamar la posesión de la verdad si no es a costa de incurrir en fanatismo».