El Ejército israelí, duramente criticado por un calamitoso informe sobre la última agresión contra Líbano, ha quedado en absoluta evidencia ante la perspectiva de futuros y previsibles conflictos armados.

Falta de audacia, ausencia de iniciativa, nula determinación... la crítica - realizada por la comisión Winograd, encargada de investigar el fracaso de la campaña militar israelí que ensangrentó Líbano en verano de 2006- es devastadora y de una severidad sin precedentes.

Desde entonces, el Ejército sionista (Tsahal) ha realizado cambios a nivel estratégico, como abandonar la ilusión de que la aviación podía por sí sola vencer al enemigo.

A nivel táctico, ha retomado las maniobras inter-ejércitos a gran escala. Estos entrenamientos habían sido abandonados en los últimos años en beneficio de las operaciones contra los palestinos.

Fuerte contra el débil

Para el historiador militar Martin Van Creveld, el déficit tiene su origen en que «un Ejército que combate a débiles se debilita».

La lucha contra la resistencia palestina, sobre la que el Tsahal tiene una superioridad aplastante, «precisa de prudencia, de tomarse su tiempo y de limitar al máximo las bajas propias, mientras que en la guerra se necesita audacia, el tiempo apremia y las bajas se convierten en algo secundario», recuerda.

«Crisis de la sociedad»

En opinión del coronel en la reserva Omer Bar-Lev, «la crisis de valores del Ejército tiene su origen en la sociedad israelí».

«Israel se ha convertido en una sociedad de abundancia para unos y de pobreza para otros. Cuando el valor supremo es el triunfo económico y el individualismo prima, la ciudadanía no está dispuesta al sacrificio», incidió este militar.

Explica además el descenso de la combatividad por las profundas divisiones de la sociedad, sobre todo, tras decenios de ocupación de los territorios palestinos. «No todos quieren morir por Hebrón o Naplusa a fin de que estas localidades sigan bajo el poder de Israel», asegura.

Menos aún a pagar con su vida la conquista de una localidad del sur de Líbano, «cuando saben que van a abandonarla unos días después», coincide el analista Ran Edelist.

El informe Winograd recuerda que «un Ejército debe aspirar a la victoria. Si no es mejor no entrar en guerra».

La Comisión insiste además en que el Ejército israelí no puede esperar a un cambio global de la sociedad para corregir sus déficits.