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José Manuel Tre Corriente Roja

Ante el proceso de ilegalización de EHAK y EAE-ANV

Debemos ser conscientes y saber transmitir la evidencia de que no es verdad que sea posible defender todas las opciones políticas de forma pacífica en el actual marco, como se nos repite permanentemente en el engaño de la eterna transición

En el transcurso de las últimas elecciones autonómicas realizadas en la Comunidad Autónoma Vasca nuestra formación compareció en rueda de prensa en Bilbo, con otras, para pedir el voto por el Partido Comunista de las Tierras Vascas. Más allá de las coincidencias programáticas con este partido, entendimos que no había otra manera de defender los derechos democráticos, brutalmente amputados a la izquierda abertzale. EHAK-PCTV, que concentró el voto abertzale, consiguió un gran éxito electoral, obteniendo nueve parlamentarios.

De la acción política parlamentaria de EHAK-PCTV los medios del régimen sólo nos presentan su negativa a secundar el paripé condenatorio que se ha hecho condición indispensable para la entrada en el club democrático: o se condena una violencia, sólo una, o ilegalización. Esta línea ha sido secundada por todos los partidos del régimen monárquico y seguida sin fisuras por los medios de comunicación, convertidos en instrumentos de propaganda oficial, una especie de reedición del NODO franquista. Ni siquiera se han molestado en informar de que EHAK-PCTV ha votado contra las privatizaciones del Servicio Vasco de Salud, de la enseñanza o contra los macroproyectos de transporte como el elitista e impopular TAV, como lo hubiera hecho cualquier fuerza política de izquierda coherente en una institución. También se pretende ilegalizar EAE-ANV por solidarizarse con los detenidos en Nafarroa y en la CAV salvajemente torturados, y con un colectivo de presos políticos que crece alarmantemente cada mes. Estos días parece dibujarse con la previsible ilegalización de EHAK y ANV el último peldaño, por ahora, de un proceso de podredumbre política iniciado con la aprobación de la Ley de Partidos. Una ley diseñada para extender la represión a todo el que se oponga a la unidad de España y, a su vez, que impida cualquier debate entre los pueblos y los ciudadanos haciendo invisibles las opciones disidentes. La ilegalización de Batasuna abrió paso a la implantación de un clima de silencio prudente, de temor a defender públicamente ideales independentistas, el retorno a la clandestinidad, la organización a través de la astucia, la confidencialidad.

El movimiento popular vasco no sólo no ha sido eliminado sino que, tras varias reestructuraciones, sigue siendo capaz de plantear ofertas alternativas a un pueblo que, contra toda lógica estatal, sigue avanzando por diferentes vías en su proyecto soberanista y socialista a través de un entramado asociativo plural y diverso que hace de la autodeterminación un principio de participación y de organización plasmado en multitud de luchas concretas.

Es esta capacidad de resistencia y firmeza en los principios lo que resulta insoportable para el régimen, que teme, sobre todo, no a las acciones de ETA, sino a la izquierda abertzale y a la movilización de un pueblo.

La nueva ofensiva del imperialismo español repite la fórmula de privar a cientos de miles de ciudadanos de una expresión política e institucional propia. La ilegalización de EHAK y ANV impedirá, además, que su mensaje limpio y solidario llegue a millones de hombres y mujeres en todo el Estado. Sobre todo a quienes ya desde hace tiempo afirmamos que este engendro institucional de pelotazos, aunque los timadores de la política basura y la Iglesia, su colaboradora necesaria, lo llamen democracia, no lo es.

La refundación de las izquierdas revolucionarias en el Estado español no puede hacerse mirando para otro lado ante la continua involución democrática del régimen borbónico. No hay otro camino para avanzar en nuestro proceso político que el de conjugar de forma inseparable las luchas sociales con la lucha contra el nacionalismo imperialista español, centralista y chovinista de nuestras clases dominantes. Debemos ser conscientes y saber transmitir la evidencia de que no es verdad que sea posible defender todas las opciones políticas de forma pacífica en el actual marco, como se nos repite permanentemente en el engaño de la eterna transición. Hemos de comprender y hacer comprender que la legislación represiva no se limita a un territorio y que la Ley de Partidos y la legislación antiterrorista son instrumentos contra toda la militancia realmente alternativa, antisistema, anticapitalista y republicana de la totalidad del Estado. Los casos contra piquetes de huelga, la condena de Cándido y Morala o de los independentistas catalanes, la presión constante sobre la izquierda soberanista gallega, son expresión creciente de todo ello.

Sabemos, desde inequívocas posiciones de clase, que nuestro sitio en el enfrentamiento entre naciones oprimidas y naciones opresoras es siempre al lado de las primeras. Por ideología y sentido de solidaridad. Las izquierdas consecuentes debemos trabajar en clave de que si hasta ahora España nunca pudo convertirse en una «nación de naciones», no será jamás otra cosa que una gran cárcel de pueblos. Las consecuencias son evidentes, están a nuestro alrededor. El ejercicio soberano y efectivo del derecho de autodeterminación sólo será posible en un marco político que impugne y rompa con el régimen de la transición.

Un pueblo que oprime a otro pueblo nunca será libre.

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