Raimundo Fitero
Juego de palabras
El presentador de la Gala de entrega de los premios Max dijo al comenzar que el tener tan de cerca los Goya, «nos acerca». No se lo cree ni él. Aleja. El personal no es en términos generales un gran consumidor de cine español, pero como solamente tiene teatro español, en sus diversas formas y maneras, no prestan mucha atención a las programaciones, y mucho menos a las galas. Solamente para ver si Belén Rueda se resarce. O si Alberto San Juan repite.
El retardo, el falso directo, la acumulación de tiempos hicieron que al final el propio ente cercenara algunas actuaciones, todo con el único fin de ajustar la parrilla, lo que viene a ser una muestra más de desprecio hacia las artes escénicas. En la sala sucedió todo sin ningún parón, pero en nuestros televisores lo vimos seccionado, pero pudimos comprobar cómo un tal Santiago Moncada demostraba vergonzosamente desconocer la importancia del FITEI de Oporto, que recibía el premio Iberoamericano, y que ni se había leído la chuleta. Fue un momento chungo. Al igual que la presencia de la consejera de Cultura andaluza, que entró, y sin encomendarse a nadie soltó su discurso por encima de lo que tenía que suceder, y claro, creó un problema en la gala.
Uno de los grandes momentos de la gala fue cuando José Monleón recibió su Max de la Crítica por los 50 años de la revista «Primer Acto». Recordó a los que iniciaron la aventura, entre ellos Alfonso Sastre, y dejó allí, en medio del escenario, la manzana, y dijo que «era para todos aquellos que hace cincuenta años, ahora, y mañana, luchan por la democracia desde el teatro». Asimismo, un actor que ganó el premio de mejor interpretación por «El enemigo del pueblo», pidió que había que intentar que no llegasen al poder los actuales «enemigos del pueblo». Y Javivi, ¿recuerdan?, soltó una frase de su personaje: «Aquí se han acabado los reyes por herencia genética. Quien quiera ser rey que se presente a las elecciones, y si gana, sale. Me llamo Julián y tengo a John Wayne en mi bañera». Entre esos momentos y unos muñecos pornográficos, se fue disolviendo la noche, que casi nadie le prestara atención. Dice Sofres que fuimos un 2%. Muy poco.