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Por fin cae la Travesía del Torre

Entre el 21 y el 24 de enero, Colin Haley y Rolando Garibotti firman la primera a las 4 puntas del macizo del Cerro Torre: Aguja Standhardt, Punta Herron, Torre Egger y Cerro Torre. Escriben así otra página sobresaliente de la historia de la escalada en Patagonia.

Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA

Cómo son las cosas. Mientras contactábamos tanto con Colin Haley como con Rolando Garibotti para que nos informaran de sus actividades en Patagonia, uno de ellos, Garibotti, pasa a Gara el notición: «Acabo de hacer con Colin Haley el encadenamiento de las 4 puntas del Torre». De repente, todas sus escaladas anteriores quedan en “saco roto”, y la Travesía de Torre, Tour del Torre o Travesía de Salvaterra comanda el protagonismo.

No nos pilló de sorpresa, y es que si el lector echa un vistazo al reportaje del día 2 de enero se dará cuenta de lo que hablamos. Garibotti intentaba la travesía una vez más. En dos cordadas diferenciadas, en diciembre del 2007, el argentino, Hans Johnstone y Ermanno Salvaterra, junto a otros tres compañeros, anduvieron muy cerca del objetivo. Garibotti afirmaba que su estancia en Patagonia iba a ser más bien larga, y que lo intentaría de nuevo. Mientras tanto, no quería quedarse con los brazos cruzados, y, entre otras, con Bean Bowers abre nueva vía en el Pilar Norte del Fitz Roy: Mate, porro y todo lo demás (850 m, 6c).

Otro que había decidido pasar una buena temporada en Patagonia era Haley. Este chaval de 23 años no deja de sorprendernos. Ya el año pasado, junto a Kelly Cordes, firmaba la primera conexión en el Cerro Torre de la vía A la recherche du temps perdu con la parte superior de la vía de la cara oeste. Joven sí, pero a la vez muy experimentado. Y lo decimos porque es uno de los pocos alpinistas que se está aventurando esta temporada a escalar con mal tiempo en las agujas patagónicas. Entre sus actividades realizadas antes de la famosa travesía están la vía Todo o nada de El Mocho, la Exocet a la Standhardt, la Supercanaleta al Fitz Roy (todas ellas con el canadiense Máxime Turgeon) o la variante abierta con el alemán Carsten Von Birckhahn en la Aguja Desmochada.

Como el lector puede observar, Haley y Garibotti, cada uno por su parte, no han parado de escalar. Con un rodaje más que suficiente, cosas del destino o a saber qué, los dos escaladores se unen para un mismo objetivo: la Travesía del Torre. El que más le buscaba las cosquillas al objetivo era Garibotti, quien con mucha paciencia esperaba la llegada de una ventana de buen tiempo. No llegaba. Y, además, por El Chaltén se dejaron caer los hermanos Alex y Thomas Huber y Stephan Siegrist. El trío venía con las mismas intenciones.

Finalmente, la “enciclopedia” de Patagonia, Garibotti, y la “locomotora”, Haley, unen sus manos y se lanzan definitivamente a por la travesía gestada en la década de los 80 por los italianos Sarchi, Giarolli, Orlandi y Salvaterra. Entre el 21 y 24 de enero, los dos escaladores hacen realidad sus sueños: firman la primera a las 4 puntas del macizo del Cerro Torre. Esa “carrera” por la Travesía del Torre la “victoria” ha sido para el alpinismo amateur, y es que, a diferencia de los Huber y Siegrist, Haley y Garibotti no son profesionales. En plan de broma, Garibotti afirmaba: «La travesía no será para tanto, ya que la ha escalado un papanatas como yo». ¡Pues, menudo papanatas! Mientras tanto, el estadounidense casi ni se lo creía: «Estoy realmente satisfecho. Ha sido la escalada más sorprendente de mi vida».

Tiempo inestable

Aunque no llegó la deseada ventana de buen tiempo, el pasado día 21, Colin Haley y Rolando Garibotti se embarcan en la travesía que recorre de norte a sur la línea de las cuatro cumbres del macizo del Torre con un desarrollo de 2.200 metros. Por su parte, los hermanos Huber y Siegrist posponen el ataque porque creen que las condiciones no son las más adecuadas. «Escalamos la Exocet de la Standhardt y llegamos a su cumbre poco después del mediodía. Luego rapelamos por el Corredor de los Sueños entre la Standhardt y la Herron. Seguimos escalando, y subimos la Herron por la vía Spigolo di Bimbi. Las rocas estaban cubiertas de hielo y tuvimos que hacer variantes a los largos 2, 3 y 4. Las condiciones de la nieve y el fuerte viento empezaron a frenar nuestra progresión, y tuvimos que vivaquear debajo del hongo somital del Herron. Al día siguiente, con un clima perfecto pero sintiéndonos inusualmente cansados (probablemente, debido al monóxido de carbono por cocinar dentro de la bolsa de vivac), continuamos con la Herron y la Egger», informan Haley y Garibotti.

Se encuentran ya en el filo norte de la Egger. La roca está cubierta con escarcha de hielo, y de nuevo no les queda otro remedio que hacer algunas variantes. Con el buen tiempo, llegaron las altas temperaturas, y esto provocó que antes de llegar al Corredor de la Conquista se resguardaran de los trozos de hielo que caían desde arriba. Alrededor de las 17:00 deciden vivaquear bajo un saliente de roca.

Con la tercera jornada de escalada llega una de las grandes sorpresas; esta vez iba a ser agradable. El hongo de nieve que detuvo el intento anterior del argentino con Johnstone se había desmoronado. Los dos protagonistas de esta brillante actividad llegan a la parte superior de la vía El arca de los vientos, ya en el Cerro Torre. Pero las condiciones son peores que las encontradas en su apertura del 2005. Así, tras limpiar mucho hielo de las fisuras, Garibotti se ve en la obligación de poner un espit y hacer un péndulo para evitar otro hongo de hielo. Hacia las 17:00 llegan a la pared norte del Torre. Escalan los largos finales de la ruta Ferrari de la cara oeste.

Les queda muy poco para lograr el ansiado objetivo: «Escalamos dos largos por dentro de túneles naturales de nieve. Estamos ante la última tirada, el famoso largo que ha hecho darse media vuelta a un montón de escaladores. Ambos ya habíamos pasado anteriormente por allí, pero esta vez nos dimos cuenta que aún estaba más difícil.  Escalamos cavando laboriosamente trincheras verticales en la escarcha de hielo, y, como ninguna otra cordada lo había intentado aún en esta temporada, los 50 metros por el hielo sin protección fueron intimidantes. Colin encaró el largo al atardecer, cavando diez metros de canal vertical en una hora. Así se acabó el día. Bajo una luna llena vivaqueamos a un largo de la cumbre».

Una tirada más y se acabaría, pero antes los dos alpinistas iban a pasar una noche con mucho frío. Nada más “levantarse”, Haley ataca la última tirada. Cava nuevamente un túnel desde el tope de su canal vertical. Le lleva tres horas de trabajo hacer ese túnel de 20 metros dentro del hongo de hielo y salir a otro más formado de forma natural. Es el mediodía del día 24, Haley y Garibotti se abrazan en la cima del Cerro Torre. Por fin, la Travesía del Torre estaba encadenada. Casi sin más dilación, descienden por la ruta del Compresor y llegar al glaciar al anochecer.

Trabajo en equipo

Sobre la estrategia a la hora de encarar este encadenamiento, los escaladores se dividieron el trabajo según sus habilidades. Mientras que Haley lideraba los largos de hielo, Garibotti hacía lo propio con los de roca. Y, como es habitual, el primero iba con mochila ligera, y el segundo jumareaba con la pesada. Momento para las conclusiones: «Debido a las malas condiciones escalamos más lento de lo previsto. Llegamos a la cima del Cerro Torre sin comida. Con buenas condiciones, y con el largo final de la Ferrari previamente excavado, hubiéramos completado la travesía más rápido. El éxito en este tipo de empresas no es nada fácil, ya que exige una logística apurada y porque el tiempo en Patagonia se las desea. A pesar de todo, técnicamente no exige demasiado; no pasas del 6b+ y A1. Aparte del último largo de la Ferrari, no hay realmente otros largos que sean verdaderamente comprometidos».

De esta forma, Haley y Garibotti han escrito otra página sobresaliente de la historia de las escaladas de Patagonia. Y hablando de historia, el escalador argentino, cómo no, ha querido agradecer de forma especial al que quizá con mayor ímpetu ha intentado una y otra vez llevarse la travesía; es decir a su gran amigo Salvaterra: «Gracias Ermanno por la idea, por la inspiración y por llevar veinte años mostrándonos el camino».

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