Maite SOROA
Ya no pueden disimular
Se acerca la hora de las urnas y las caretas con las que algunos tratan de disimular su verdadero rostro caen sin pudor y nos permiten ver a cada cual como es en realidad. El editorialista de «El Correo Español», acostumbrado a un juego hábil para no terminar de cabrear a la parte de su mercado que no pasta en el nacionalismo español, mostraba ayer su descarado apoyo a las prohibiciones, ilegalizaciones,encarcelamientos, apaleamientos y demás castigos contra los abertzales. Vestía, eso sí, su santo con andrajos ideológicos.
Según el editorialista, «la izquierda abertzale trata de presentar la actuación contra ANV y EHAK como si fuese un atentado contra las libertades y una `imposición de Madrid'. Ello responde a su tradicional manera de eludir la acusación de fondo -la persistencia de la amenaza terrorista y su respaldo a la misma- practicando un victimismo tan agresivo como el que el pasado domingo convirtió calles céntricas de Bilbao en escenario de la barbarie». O sea, que los agresivos fueron las víctimas. Es como en el cuento del mundo al revés, ¿verdad?
Y, para justificar lo injustificable, sacaban a pasear al alcalde de la pose farruca y las citas unamunianas de diccionario: «La rotunda condena del Ayuntamiento de la villa, encabezado por su alcalde Iñaki Azkuna, rechazando `victimismos y justificaciones' de quienes no condenan la violencia, `porque víctimas son la sociedad bilbaína y la sociedad vasca', y acusando a la izquierda abertzale de `falta de coraje y de independencia frente a ETA', sitúa correctamente la clave del problema. Es evidente que la proliferación de ataques y actos de sabotaje de los últimos días trata de mantener encendida la llama terrorista. En tales condiciones, resulta inaudito que las formaciones democráticas contrarias a la apertura de sendos procedimientos, en la Audiencia Nacional y en el Tribunal Supremo, continúen esforzándose más en descalificar las actuaciones judiciales como reflejo de un determinado propósito gubernamental que en juzgar con la severidad que merece el inmovilismo liberticida en que continúan instalados los adláteres de ETA». O sea, que lo grave, lo que realmente pone la democracia a la española a la altura del barro es que se vuelquen 315 contenedores y ardan una docena. Que las urnas estén restringidas a los amiguitos del propietario, no. Esa es la democracia de «El Correo Español». Bueno es saberlo... pero ya lo sabíamos.