Francisco Larrauri Psicólogo
Una historia de cuento
Euskal Herria, con mayoría de edad, apuesta directamente por el soberanismo y por el derecho a decidir. Pase lo que pase, las próximas elecciones han de reflejar la mar de fondo que existe en este país de cuento
Todos los cuentos vascos, y los de Calleja también, hacen siempre de nexo entre el mito y la historia o, si prefieren, con la realidad. Tal vez no fuera Calleja el que escribió que había una vez un país con un rey muy guapo y alto que se humillaba cada día, por sumisión, por cobardía o porque no se atrevía, a un general bajito y feo, más malo que la tiña. Este rey que se atracó de amparar y apoyar las truculentas y violentas orgías del general fue nombrado por caballeros acorazados, barones, condes y marqueses de palacio rey de todos los villorrios. Ya se imaginan cómo termina, los bosques de Sherwood, las estrategias de Viriato y, al final, ilustres rebeldes con el favor del pueblo le espetan ¡a tierra puto! como a Enrique IV de Castilla.
Sólo aceptando que los orígenes, ya sea en forma de cuento o de mito, condicionan cualquier progreso y, por tanto, también el futuro, podemos comprender cómo se entierra hoy la democracia y cuántas explicaciones y justificaciones sin justificación harán falta para que nos creamos las mil pruebas y las mil mentiras. Con la ayuda de los jueces, el PSOE-PSE ha buscado ganar el cuerpo a cuerpo a la izquierda abertzale, y en los meses previos a estas elecciones se ha embriagado con la batalla del día a día, sin mirar al día después. Sin oposición de la izquierda oficial española y con el silencio interesado del PNV, cientos de vascas y vascos han sido encarcelados con una filosofía judicial más propia de posguerra civil que de un estado de excepción.
La transición, al amparar a los represores, ha comprometido la legalidad jurídica desde un campo muy amplio, es decir, no ofreció garantías legales ni seguridad jurídica, y la ilegalización de EAE-ANV y EHAK confirma que el mal viene, por estructura, de un estado autonómico, independiente de que gobierne PP o PSOE. Estamos viendo las huellas de sus miedos y la inquietud y la angustia de sus pensamientos porque se les escapa el monopolio de la democracia.
Después de muchas reivindicaciones, exigibles más que radicales, la mayoría de las cuales las habría podido satisfacer un centro democrático, estamos en la paradoja de que muchos políticos no van a Madrid para exigir la descentralización del Estado y el derecho a ser soberanos, sino a buscar con complacencia un salvoconducto que responde más al concepto de colonia que a una institución soberana que quiere dejar de ser apéndice de la Administración central.
El derecho a decidir y la pluralidad nacional como primer paso exigible sólo son posibles, visto el engaño de la transición, con un cambio de constitución, que se conseguirá seguramente con la fuerza de la calle, día a día y paso a paso, pues los partidos políticos fagocitados por la Constitución del nacionalismo español no quieren ponerse al frente para romper las inercias de un estado en que el ejército nunca ha estado por debajo de la política, recuerden sus alteraciones por el Estatut de Catalunya .
En el cuento, que tal vez no fuera de Calleja, una gran clase política nombró al rey de todos los villorrios, aun a pesar de amparar y apoyar la más terrible de las violencias contra sus siervos. Hoy sigue siendo necesaria la mentira política y todos voluntariamente juran creérsela; otros se han acomodado tan sencillamente a la máquina del poder que no quieren poner en peligro la corruptela de la clase política de algunos partidos ni su carrera institucional.
Algunos datos indican, sin embargo, que estamos ante un descontento cualitativo que ya no se arregla con demagogia Ya sabemos lo que es el nacionalismo vasco oficial, ahí está archivado y digitalizado; la política de los lehendakaris Garaikoetxea Urriza y también Ardanza Garro, paladines del nacionalismo moderno. Sin embargo, han ilegalizado a la izquierda abertzale por crear una dinámica política que sigue preocupando al Estado. Han encarcelado e imputado a muchos dirigentes, pero curiosamente la fuerza es ideológica, la fuerza radica en las ideas, o en la acción directa de las ideas, no en los cientos de personas que han detenido o puedan detener.
En sintonía con el poeta catalán Martí Pol, tot està per fer i tot és posible; Euskal Herria, con mayoría de edad, apuesta directamente por el soberanismo y por el derecho a decidir. Pase lo que pase, las próximas elecciones han de reflejar la mar de fondo que existe en este país de cuento.