Llegar al trabajo en transporte público o dejar a los hijos en la guardería son los problemas a los que muchos alemanes han tenido que enfrentarse a lo largo de esta semana.

El sindicato Verdi, que reúne a los empleados del sector Servicios, ha organizado una serie de paros locales con amplia repercusión en la vida pública. Alertaba así sobre las consecuencia que tendría una huelga indefinida si fracasan las negociaciones con el Estado y los Municipios sobre un aumento de los salarios del 8% o de por lo menos 200 euros al mes para los 1,3 millones de funcionarios.

La patronal ha ofrecido un aumento escalonado en varias fases de hasta un 5%. Además la jornada laboral debe de subir de 38,5 horas de trabajo a la semana a 40 horas a partir de julio. Con ello se trabajaría el mismo tiempo tanto en el oeste como en el este alemán.

El sindicalista Ingo Schlüter, vicepresidente de la sección norte de la Federación Alemana de Sindicatos (DGB), rechazó rotundamente la oferta del Estado, calificándola de un intento de «entontar al pueblo».

El presidente de la Asociación de Federaciones Patronales Municipales (VKA), Thomas Böhle, contraatacó, diciendo que los paros eran «la escenificación del poder sindical de huelga», para satisfacer las «expectativas despiertas entre los afiliados».

El lunes las negociaciones entre ambos bandos van a continuar en Potsdam. Un fracaso parece tan posible como un acuerdo, tal y como lo demuestra la negociación colectiva en el sector metalúrgico.

Subida en la Metalurgia

El miércoles pasado, el sindicato industrial metalúrgico, el IG Metall, logró una subida salarial del 5,2%, que beneficiaría a los cerca de 85.000 trabajadores del sector siderúrgico en los estados de Renania del Norte-Westfalia, Bremen y Baja Sajonia. Dos días más tarde anunció que implementaría este acuerdo también en el este alemán para los 8000 trabajadores metalúrgicos en Berlín, Brandenburgo y Sajonia.

En el este alemán las condiciones de trabajo suelen ser inferiores en todos los sectores que en el oeste. Si el sindicato sectorial sale con la suya entonces también los obreros de la acería cobrarían a parte del aumento del 5,2% una paga extra de 200 euros en febrero.

En un principio del IG Metall había exigido una subida del 8%. El acuerdo entra en vigor el 1 de marzo y su vigencia será de 14 meses.

Se trata de la mayor subida salarial pactada para los trabajadores del acero en Alemania en los últimos 15 años. La medida se justifica por la buena marcha del sector metalúrgico, sobre todo por la alta demanda procedente de Asia.

El líder sindical Oliver Burkhard destacó que la firma de este acuerdo fue posible por la clara disposición a la huelga por parte de los empleados, y afirmó que por fin el buen funcionamiento del sector beneficiaría a los trabajadores.

El convenio alcanzado por IG Metall va en contra de lo recomendado por el Banco Central Europeo (BCE). Ante las expectativas de inflación, el banco había pedido especial control a la hora de fijar las retribuciones de los trabajadores.

Sin embargo, lo que desde el punto de vista del BCE podría parecer lógico, en la vida pública y política no es posible ponerlo en práctica, sin tener que recurrir a la fuerza. Por un lado, Alemania lleva discutiendo ya varias semanas sobre los altísimos sueldos de los managers.

El clima se ha endurecido porque actualmente los fiscales de Hacienda registran los domicilios, las oficinas y sedes tanto de bancos privados como de cientos de ricos, sospechosos de haber cometido un fraude fiscal al no declarar los millones depositados en Liechtenstein.

Esta situación puede favorecer también a las negociaciones de Verdi con el Estado.