La bomba que explosionó el sábado pasado en las instalaciones de un repetidor de televisión en el monte Arnotegi de Bilbo estaba compuesta por unos cinco kilos de cloratita, según informó ayer el Departamento de Interior del Gobierno de Lakua.

La Ertzaintza avanzó el mismo sábado que el artefacto estaba colocado en una caseta junto a la antena repetidora y que estalló en cuanto lo tocó el robot de la Unidad de Desactivación de Explosivos. Por ello, los investigadores sospecharon que la bomba tenía algún dispositivo anti-movimiento y estaba preparada como «una trampa» para los artificieros que acudieran a manipularla.

La explosión causó «bastantes» destrozos materiales en las instalaciones del repetidor, sin cuantificar por el momento, y dañó el robot de los desactivadores.

Según explicó ayer a los periodistas el alcalde de Bilbo, Iñaki Azkuna, la explosión afectó a un repetidor de comunicaciones internas de la Policía Municipal y a otro del Ejecutivo de Lakua.

La caseta, «destrozada»

Al referirse al atentado, señaló que ETA «no nos va a amedrentar ni asustar, ni nos vamos a dejar comer el coco por ella», al tiempo que afirmó que el artefacto de Arnotegi era de unas características tales que «si cualquier policía la hubiese tocado, hubiese explotado». Por ello, quiso destacar la labor de los artificieros de la Ertzaintza porque «hicieron explotar esa bomba» de manera controlada.

Azkuna informó de que la caseta «ha quedado destrozada» y que a la Policía Local «la broma le costará unos 65.000 euros». Sin embargo, agregó que «el dinero tiene arreglo. Lo que no hubiera tenido arreglo es la intención que tenía ETA, de que algún artificiero o algún policía se acercara allí, tocase la bomba y hubiese habido muertos».