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Entre Alemania y Turquía

«Al otro lado»

El germanoturco Fatih Akin presenta la segunda parte de su trilogía sobre «el amor, la muerte y el mal», con la que en el pasado Festival de Cannes ganó el Premio al Mejor Guión, después de aparecer como favorito a la Palma de Oro en muchas de las quinielas de la crítica. Alemania seleccionó «Al otro lado» para competir en los Óscar.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Fatih Akin se llevó en el pasado Festival de Cannes el premio al Mejor Guión con «Al otro lado», aunque estuvo muy cerca de ganar la Palma de Oro, que se la arrebató finalmente el rumano Cristian Mungiu con «4 meses, tres semanas y dos días». De no haber mediado un competidor tan fuerte, estaríamos hablando de la definitiva consagración del germanoturco, que ya obtuvo con «Contra la pared» el Oso de Oro en la Berlinale.

Esa fue la película que le dio a conocer internacionalmente, y que le ha convertido en el representante más cualificado de la Europa de la inmigración. Supuso el inicio de su trilogía sobre «el amor, la muerte y el mal», con la que ha ido creciendo su interés por unos orígenes turcos de los que su nacimiento y formación en Alemania le habían alejado. «Contra la pared» reflejaba la pasión amorosa más extrema bordeando la autodestrucción, fruto de esa pérdida de las raíces y la identidad cultural.

En la segunda entrega refleja las relaciones generacionales entre padres e hijos, cruzadas con las diferencias culturales derivadas de la inmigración, así como con el tema omnipresente de la muerte en cuanto resultado de ese tránsito doloroso entre países y épocas a superar. De la tercera parte, todavía en preparación, Fatih Akin solamente ha adelantado que hablará del mal en la era de la globalización que nos toca vivir.

Después de «Contra la pared», Akin prefirió hacer un paréntesis y rodar el documental de antropología musical «Cruzando el puente. Los sonidos de Estambul». Le vino bien para recuperarse de la tensión provocada por una película de ficción dramática tan desaforada y visceral, para dar con una visión más calmada de las cuestiones que le preocupan. De esa reflexión más serena nace «Al otro lado», que ya no se mueve con una cámara tan nerviosa y agresiva manejada casi en primera persona. Ahora se impone el distanciamiento y la observación detenida, siendo los personajes los que realizan la búsqueda de su propio ritmo vital. Es como si en la narrativa de Fatih Akin habría demasiado dolor acumulado que, de alguna manera, intenta mitigar.

Un sentido trágico de la existencia asumido en profundidad por la madura actriz Hanna Schygulla, en el papel de una madre alemana, cuya hija esta vinculada con una joven activista de la resistencia turca. Seguirá a ambas jóvenes en su fatal destino, para aprender a vivir conviviendo con la muerte, aceptando que las personas que se quedan recogen el testigo de la lucha de las que se van.

Puede ser la lección final a extraer de un accidentado recorrido hecho de caminos que se cruzan, en ese viaje de ida y vuelta cinematográfico entre Alemania y Turquía. El cineasta Fatih Akin se siente un poco en medio de ambas culturas, sin terminar de verse como un integrado ciudadano de la nueva Europa supranacional, ni tampoco como un convencido nacionalista turco.

«La muerte aquí es un elixir», dice Hanna Schygulla

Hanna Schygulla, la musa que hechizó a Fassbinder y a Win Wenders, una de las responsables del «nuevo cine alemán» de los setenta, ha colaborado con el joven realizador Fatih Akin en «Al otro lado», cinta de la que habló ayer para decir que «Akin es más dado a la felicidad, mientras que a Fassbider le era más difícil creer en el amor; sin embargo, tienen en común el hecho de usar las realidades cercanas como material».

En la película del realizador alemán de origen turco «la muerte es un elixir», ha afirmado la también cantante. «Una muerte que causa dolor pero que hace nacer alrededor cientos de posibilidades».

Nacida en Polonia y de padres alemanes, sobre el realizador dijo que «me gusta que Fatih no se haya fijado en el patriotismo, ese orgullo raro que no sirve para nada. Él sabe que cuando las cosas se mezclan dentro de ti, o la tolerancia se impone o te niegas a ti mismo, una enfermedad por otro lado muy extendida hoy en día», e incidió en la idea al afirmar en perfecto castellano que «la tolerancia se impone y tengo la esperanza de que los conservadores dejen de lamentar que estamos invadidos y mezclados por la inmigración», porque según ella, «la realidad es otra y siempre hemos estado muy mezclados de diferentes culturas y raíces».

Sobre dicho acercamiento cultural subrayó que «la película son puertas que van quedando abiertas» y concluyó resaltando la solidaridad, al decir: «hay que pasar de la soledad a la solidaridad». GARA

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