No a las pieles de animales
«101 dalmatas»
Sería injusto que las nuevas generaciones solamente conocieran «101 Dalmatas» por la versión más reciente con personajes reales, aquella en la que Glenn Close aparecía caracterizada como la perversa Cruella De Vil. Se trata en efecto de una de las malvadas más carismáticas de la historia del cine, pero a la que hay que descubrir en su verdadera naturaleza animada. La edición en DVD con dos discos ha sido concebida con una clara intención divulgativa, porque esta es una de las creaciones del tío Walt que más vocaciones ha despertado por el dibujo, no digamos ya aplicado a la animación cinematográfica. En los extras, junto a los juegos que permiten adentrarse a los más pequeños en la obra de una manera inconsciente, se describe el laborioso proceso que dio lugar a una maravilla todavía no superada por las nuevas técnicas por ordenador en 3-D, y con la que solamente se pueden comparar las prodigiosas producciones de Pixar.
«101 Dalmatas» reúne el encanto de todo lo irrepetible, pues no admite imitaciones en cuanto que estéticamente es hija de su tiempo. El estilo tan «cool» del dibujo pertenece de lleno al diseño gráfico de los años 50 y 60, magistralmente plasmado por Wolfgang Reitherman, animador de origen alemán que es ya una de las grandes leyendas de la factoría Disney. Cada uno de los detalles de la ambientación han sido estudiados en todas las escuelas de diseño, ya que los decorados o el vestuario han alcanzado con el paso del tiempo un grado de influencia decisivo en todo lo referente a nuevas tendencias. La poderosa imagen de Cruella De Vil es la mejor prueba de ello, ya que ha hecho más por la denuncia de la confección de pieles naturales para vestir que todas las campañas de las asociaciones contrarias a la industria peletera y a la matanza de animales. Desde el año 1.961 las prendas que imitan el dibujo a manchas de los dálmatas son necesariamente sintéticas.