El recrecimiento del embalse de Esa produciría «un gran impacto ambiental, por sus afecciones a la flora, la fauna, terrenos de cultivo, núcleos de población, patrimonio cultural y Camino de Santiago y, lo que es peor, pondría en peligro a los pueblos existentes en el entorno del embalse y debajo de él, debido a la inestabilidad de las laderas». Así lo entiende Ecologistas en Acción de Zangozaldea, cuyo presidente, Luis Sola, pide que se tengan en cuenta otras alternativas.

Una de ellas, según explica, sería la creación de siete embalses laterales en Bardenas, con una capacidad conjunta de 491 hectómetros cúbicos. Otra sería la modernización del regadío, que permitiría ahorrar entre el 30 y el 45% de agua, lo que supondría al menos 200 hectómetros cúbicos anuales.

Junto a ello, recuerda que el abastecimiento de agua de calidad a Zaragoza se garantiza desde el embalse de La Loteta, por lo que no tiene que ser regulado desde Esa, «tal como han manifestado diversos responsables políticos y tal como indica la Comisión Europea».

Conflictividad social

Las ventajas de estas alternativas, según indica, es que «se eliminarían las posibilidades de regulación de cualquier posible futuro trasvase del Ebro» y el agua se almacenaría en el mismo territorio que se utiliza, «lo que hace que el sistema sea más flexible y eficaz en la gestión, bajo el control del sistema de regadíos Yesa-Bardenas».

Otras ventajas que apunta son que los embalses propuestos pueden ser construidos en paralelo a las transformaciones en regadío, y que desaparecería la «conflictividad social».