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En busca de vida fuera de la Tierra

Bioindicadores más allá del sistema solar

Los astrónomos y los exobiólogos ya no buscan otro «planeta azul» como posible albergue para la vida fuera de la Tierra. No es el agua el elemento que hace diferente a nuestro planeta, sino la vida. Por eso, dentro y fuera del Sistema Solar se buscan otros elementos indicadores de la vida, como nitrógeno o moléculas orgánicas.

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Uno de los tópicos que hemos heredado del siglo XX es el de la búsqueda de agua como eje central de las investigaciones científicas que abordan la posibilidad de hallar vida fuera del «planeta azul». Cuando los astrónomos comenzaron a conocer en profundidad a nuestros vecinos más próximos -desde Venus hasta Plutón-, constaron la evidencia de que la Tierra es el único de los planetas que giran alrededor del Sol que mantiene una extensa capa de agua líquida sobre su superficie. Ese hecho marcaba una mayor diferencia que el de poseer una atmósfera, ya que otros compañeros de viaje en el Sistema Solar también la poseen y, aunque la combinación de gases que las forman sea muy diferente, incluso se pueden obervar fenómenos meteorológicos similares, como las nubes o las tormentas que cubren y azotan nuestro cielo.

Por eso, en las últimas décadas han sido biólogos y geólogos los encargados de afinar la búsqueda de indicios de vida fuera de la Tierra. Y ya es posible encontrar esas «pistas» mucho más allá del Sistema Solar. Ahí reside la importancia del descubrimiento de metano y vapor de agua en un planeta de la constelación Vulpecula (La Zorra, en griego), que se dio a conocer el pasado miércoles en la revista «Nature». Por el momento, el astro no tiene nombre propio y es denominado como HD 189733b.

En la Tierra, el metano está asociado a la vida, ya que este gas, formado por un átomo de carbono y cuatro de hidrógeno, es producido en la descomposición de residuos orgánicos que llevan a cabo tanto bacterias como plantas o animales. Como combustible fósil, se le denomina «gas natural».

Sin embargo, las moléculas de metano detectadas en HD 189733b no tendrían ese origen, ya que los científicos consideran «inverosímil» que en este planeta se pueda desarrollar la vida como la conocemos hasta ahora. Su cercanía a la estrella en torno a la que orbita -completa una vuelta en tan sólo dos días- hace que su temperatura atmosférica ronde los 700-900 grados centígrados. Por su dimensión, 1,25 veces la de Júpiter, y su composición entra dentro de la clasificación de «gigante gaseoso». Pero aunque esas características le descarten para la búsqueda de vida, los resultados obtenidos de su observación aumentan la esperanza de detectar bioindicadores en «planetas rocosos», similares a la Tierra, que los astrónomos esperan descubrir en un futuro próximo.

Los datos revelados en la revista «Nature» resumen parte de la investigación realizada por un equipo del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, en Pasadena (California, EEUU), gracias a las observaciones con el telescopio espacial Hubble.

Precisamente, Ken Nealson, director del Centro para la Detección de Vida del JPL, explicaba, en una entrevista con el divulgador científico catalán Eduard Punset, por qué considera que la existencia de agua «no es suficiente» para encontrar vida. Este geólogo afirma que, además de agua, «debe haber energía». En referencia a las investigaciones sobre Marte, Nealson se mostraba tajante: «Para mí, el principal problema de Marte es que no se ha encontrado nitrógeno, y creo que éste es un elemento fundamental para que exista vida tal y como la conocemos. El nitrógeno forma parte de las moléculas orgánicas e interviene en la transferencia de energía a nuestro alrededor pero, hasta ahora, sólo se ha descubierto una muy pequeña cantidad de nitrógeno en ese planeta. Yo, si quisiera averiguar si hay vida en Marte, buscaría nitrógeno, y no agua».

El nitrógeno es el elemento principal de la atmósfera terrestre (78,1% en volumen) y el componente esencial de los aminoácidos y los ácidos nucleicos. Junto al carbono, hidrógeno, oxígeno, fósforo y azufre, configura las biomoléculas o moléculas orgánicas que constituyen los seres vivos.

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