China envía refuerzos a Tíbet y admite que disparó contra manifestantes
China está reforzando su contingente militar en torno a Tíbet, tras reconocer que las protestas que se están sucediendo en la capital, Lhasa, se están extendiendo a otras regiones con población tibetana como Gansú, Qinghai y Sichuan. En esta última región, admitió que la Policía disparó e hirió a cuatro manifestantes a principios de semana. La agencia china Xinhua aseguró que los policías actuaron «en legítima defensa».
GARA |
Convoyes militares se dirigían hacia Tíbet, mientras que la presencia de soldados es cada vez más fuerte en las regiones del oeste, donde viven minorías tibetanas, según relataron un testigo, periodistas y asociaciones pro tibetanos. El Gobierno chino admitió que las protestas que se están sucediendo en Lhasa se han extendido a otras regiones como Gansú, Sichuan y Qinghai, con población tibetana, y pidió a los turistas extranjeros que no viajen a estas zonas del oeste del país.
Georg Blume, periodista del diario alemán ``Die Zeit'' y uno de los últimos en haber sido expulsado de Lhasa, dio cuenta de una presencia militar masiva en la capital tibetana. «Vi un convoy de al menos 200 camiones con 30 soldados sobre cada uno de ellos, por lo tanto, alrededor de 6.000 militares estaban desplazándose en un solo día», relató Blume a la BBC antes de abandonar Lhasa ayer por la mañana.
En el oeste de China, un reportero de la BBC contabilizó más de 400 vehículos militares que se dirigían en convoy hacia Tíbet. Algunos soldados llevaban armas automáticas equipada con bayonetas, otros portaban escudos y equipamientos antidisturbios. Periodistas de la BBC también vieron un tren que transportaba dos docenas de vehículos, camiones y 4X4 hacia la línea fronteriza entre Qinghai y Gansú. Otro testigo, un periodista extranjero, indicó haber visto en Sichuan (suroeste) numerosos vehículos militares con soldados en las carreteras de acceso a Tíbet.
El jefe de la prefectura de Gansú, Mao Shengwu, señaló que los disturbios comenzaron el 15 de marzo en cinco condados al sureste de Tíbet y que «la destrucción fue organizada e inflamada por grupos separatistas de dentro y fuera de China para desestabilizar el orden social».
La montañosa zona de Aba, en el noroeste de Sichuan, y los condados de Xiahe, Maqu, Luqu y Jone y la ciudad de Hezuo, al sureste de Gansú, han sido escenario principal de las protestas.
Zhang Yusheng, un portavoz gubernamental en Beijing, indicó que la Policía actuó con «la máxima moderación» para sofocar las protestas, pero rehusó dar detalles de posibles heridos o muertos.
El Dalai-Lama, jefe espiritual dl budismo tibetano, mostró su temor a que la represión haya provocado numerosas víctimas. En una rueda de prensa en Dharamsala, en el norte de India, mostró su predisposición a reunirse con el presidente chino, Hu Jintao, si cesa la violencia. Explicó que «no conocemos las cifras exactas, algunos hablan de seis muertos, otros, de cientos; me preocupa que haya habido muchas víctimas».
Disparos contra la marcha
La agencia oficial china Xinhua informó ayer que la Policía china disparó e hirió a cuatro manifestantes a principios de esta semana durante una protesta en la provincia de Sichuan
Según la agencia, la Policía actuó en «legítima defensa» en el condado de Aba. El Gobierno chino había informado hasta ahora de la muerte de trece «civiles inocentes» en las protestas del viernes pasado en Lhasa contra el régimen de Beijing, pero esta es la primera vez que reconoce que las fuerzas del orden han disparado contra los manifestantes. Las protestas se han extendido de Lhasa a otras regiones con población tibetana.
El Centro Tibetano para los Derechos Humanos y la Democracia (TCHRD) indicó el domingo de que al menos siete manifestantes habían sido abatidos en una manifestación en el condado de Ngaba, nombre tibetano de Aba. Según este grupo tibetano en el exilio, entre los fallecidos había monjes del monasterio Ngaba Kirti, que fueron disparados por la Policía china mientras participaban en una manifestación pacífica.
La Casa Blanca considera que los sucesos de Tíbet no son razón suficiente para renunciar a asistir a los Juegos Olímpicos. La portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, dijo que siguen «con atención lo que pasa».
Taiwán elige mañana a su nuevo presidente que sustituirá al saliente Chen Shui-Bian, independentista reelegido en 2004 y que ya no puede optar al cargo en el que ha permanecido ocho años.
El favorito a relevarle es el candidato del partido de oposición Kuomintang (KMT), Mi Ying-jeou, victorioso en las legislaturas de enero pasado y que defiende posturas conciliadoras con Beijing. Frank Hsieh, del Partido Democrático Progresista (DPP), en el poder, manifestó su solidaridad con el Tíbet y confió en que Taiwán «no sea la próxima». En parecidos términos se expresa Peegy Lee, informática de 47 años establecida en Estados Unidos que regresará para votar el sábado. «Después de Tíbet, ¿será nuestro turno?», se pregunta. Afirma que lo que está ocurriendo en Tíbet «es una tragedia» y que China «representa una verdadera amenaza».
También regresarán a votar numerosos inversores establecidos en China. Volverán con una única idea en la cabeza: que el próximo presidente no perjudique sus «negocios». Cuando Yeh Chun-jung decidió lanzar su empresa especializada en cables eléctricos, no lo hizo en su tierra natal, Taiwán, pero sí en China, el país rival, donde el índice de crecimiento es superior. A pesar de las tensiones diplomáticas, Taiwán está profundamente vinculado a China, en particular, a través de las relaciones comerciales. En el último año, los intercambios entre los dos países alcanzaron 102.000 millones de dólares. China representa el 21,9% del comercio exterior de Taiwán, atrayendo un 30% de las exportaciones de la isla.