Final en el Ogeta
El asedio a Laskurain da la primera txapela del Parejas a los colorados
Aimar Olaizola y Oier Mendizabal lograron ayer su primera txapela del Parejas, tras un largo y durísimo encuentro. Los nuevos campeones cargaron el juego atrás con el objetivo de minar la resistencia de Aritz Laskurain, al que reventaron literalmente. Titín lo intentó todo, pero el material escogido por sus rivales limitó mucho su poder rematador.
OLAIZOLA II-MENDIZABAL II 22
TITIN III-LASKURAIN 17
Aritz SORZABAL | GASTEIZ
Aimar Olaizola ya tiene la txapela que le faltaba. La consiguió a base de desgastar a Aritz Laskurain y gracias a la inestimable ayuda de un gran Oier Mendizabal. El zaguero de Añorga, salvo en la pequeña crisis que sufrió a mitad de encuentro, estuvo perfecto. Colaboró en el bombardeo a Laskurain y no perdió la concentración cuando los fallos llamaron a su puerta, algo que sucedió cuando la pelota rival golpeaba el frontis.
Y es que el material fue una de las claves del choque, una final que se decidió por tacadas por esa circunstancia. Los campeones manejaron una pelota más botona, más ligera, que impidió que Titín rompiera en los cuadros alegres y que Laskurain dominara el peloteo.
Así las cosas, tan pronto recuperó el saque con un latigazo en la pared izquierda que neutralizó el o-1 logrado por el riojano con la primera jugada, Aimar Olaizola tomó el mando de las operaciones y comenzó a desgastar al zaguero rival desde el inicio. Además de provocar los primeros fallos de Laskurain, el de Goizueta fabricó tantos tan bonitos como el 2-1 y el 4-1, logrados con sendas dejadas.
Doce tantos consecutivos
Justo después de establecer el 7-3 con una volea al ancho, el pequeño de los Olaizola quiso repetir la jugada pero la pelota se le fue a las tablas. Ese error cambió el rumbo del partido, principalmente porque los azules sacaron su pelota en busca de la magia de Titín. Con un material más pesado sobre la cancha, fueron los mejores minutos para el de Tricio y para Laskurain, que caminaron en armonía para firmar un inapelable parcial de 0-12, que parecía dejar el partido encarrilado a su favor.
En esta fase del duelo, el zaguero de Soraluze campó a sus anchas, demostrando que, tanto a él como a su homólogo en la zaga, no les pudo la presión de jugar su primera gran final. Lo único que les pesó fue la pelota rival, con la que ambos se sintieron dominados.
Titín, que inició la final un tanto frío y bastante menos eléctrico que de costumbre, comenzó a carburar. Metió el miedo en el cuerpo a sus contrarios con tres dejadas (7-6, 7-9 y 7-15) y una espectacular volea al ancho (7-11). Pero el mejor tanto de la final llegó en el 7-12: el riojano finiquitó un durísimo peloteo con un preciso dos paredes, llegando a colar la pelota en medio de sus dos rivales.
El factor «material»
Dos tantos de saque completaron el 0-12 (7-15), pero todavía no había motivos para adelantar acontecimientos, pese a que parecía que el choque tenía dueño. El factor «material» obligaba a ser prudentes a la hora de emitir un pronóstico, sobre todo después de que un error de Laskurain devolviera el saque a los colorados.
La pareja de Asegarce aprovechó su pelota para lograr ocho tantos consecutivos (15-15), cinco de ellos a raíz de fallos del de Soraluze. Éste cometió un total de once a lo largo de la final, datos que podrían culparle de la derrota, pero no siempre las estadísticas reflejan la realidad. Es verdad que se le cayó alguna pelota en situación no forzada, pero no es menos cierto que el asedio al que fue sometido estuvo en el origen de la mayor parte de sus errores.
Más que demérito del zaguero azul, fue mérito de los colorados, que insistieron e insistieron hasta conseguir el tanto de una forma que algunos aficionados no compartieron. De hecho, hubo silbidos contra Aimar Olaizola por evitar la pelea con Titín y centrarse en pegar atrás.
Pero la txapela suele estar por encima del espectáculo en una final. Y aún así, el de Goizueta también realizó tantos de bella factura, como el saque-volea del 9-15, la dejada en el txoko del 10-15 o la volea al ancho del 13-15. Los aplausos sustituyeron a los pitidos en esos casos.
Con el 15-15, daba la sensación de que podía ocurrir cualquier cosa, que el partido no tenía dueño. Un gran sotamano de Titín desequilibró de nuevo la balanza en favor de los azules (15-16), que se las prometían felices ante la posibilidad de sacar su pelota. Pero la felicidad sólo les duró hasta el 15-17, que subió al marcador gracias al cuarto tanto de saque del de Tricio. Y es que un nuevo error de Laskurain devolvió la iniciativa a los que, a la postre, se llevarían el gato al agua.
Un dos paredes de Olaizola II supuso el cuarto y último abrazo de la final (17-17) y el inicio de una nueva tacada, en este caso definitiva: los colorados llegaron directos al cartón 22 después de endosar a sus rivales un 7-0 en la recta final. En los últimos coletazos del partido, apretaron todavía más a Laskurain, al que reventaron literalmente.
Jugada clave
No obstante, antes de que la final quedara sentenciada, se produjo una de las jugadas claves. Uno de esos tantos que decantan la balanza hacia un lado u otro. Más ayer, una jornada en la que recuperar el saque daba la posibilidad de encadenar varios tantos seguidos.
La citada jugada ocurrió cuando el luminoso señalaba un apretado 18-17, al final de otro largo y duro peloteo. Con todo a favor, Titín mandó su dejada a la txapa, perdiendo la oportunidad de igualar la contienda y quedándose sin opción de recuperar el saque. Fue el único error del riojano en todo el encuentro, suficiente para que la opción de calarse su cuarta txapela del Parejas se esfumara.
Con el 19-17, Aimar Olaizola cogió a contrapié a Titín y puso más de tierra de por medio (20-17). A esas alturas de partido, el peloteo era una auténtica agonía para Laskurain, al que asediaban más si cabe. El de Soraluze cometió su penúltimo error y se tiró al suelo, exhausto (21-17). No podía más, por lo que no fue una sorpresa que el 22-17 definitivo también viniera de un fallo suyo tras 90 minutos de sufrimiento. Aimar Olaizola y Oier Mendizabal se fundieron en un abrazo y compartieron las mismas sensaciones, ya que, pese a la veteranía de uno y la juventud del otro, estaban celebrando su primera txapela del Parejas.
De esta forma, el de Goizueta se convierte en el cuarto pelotari de la historia que cuenta con las tres grandes en su palmarés.
Oier Mendizabal, natural de Añorga pero residente en Hernani, será homenajeado hoy en el Ayuntamiento de la localidad hernaniarra. El acto, que dará inicio a las 13.00, también contará con la presencia de Aimar Olaizola, su compañero en el Parejas.
Pedro Martínez de Eulate, campeón del Parejas en 2007 y 2006 y descartado en esta edición, volvió a estar de nuevo en la final, pero de otra manera bien distinta a los años anteriores. Le tocó jugar el choque que abría el festival del Ogeta.
Algunos medios radiofónicos contaron, a modo de comentaristas, con la colaboración de varios pelotaris en activo. Iñigo Leiza, Asier Berasaluze o el propio Martínez de Eulate ejercieron de periodistas por un día.