Esther Simal Liņero y Montserrat Nicolas Hernandez Argantzun
Verdades y mentiras sobre Trebiņu
Es verdad que los ciudadanos del enclave no somos alaveses. Bien claro, y por dos veces nos lo ha dicho el director de Euskera, Cultura y Deporte, señor Otsoa Eribeko. Una por propia iniciativa y otra tras preceptivo informe del jefe de sección de Infraestructura Cultural, señor Ruiz de Apodaka. Eso sí, siempre bajo la responsabilidad y dictado de la diputada de Euskera, Cultura y Deporte, señora Lopez de Lacalle. Y siempre por la misma razón. No cumplimos el requisito que indica que debemos estar empadronados en el territorio histórico de Araba. ¿Y qué territorio más histórico de Araba que el enclave de Trebiñu?, nos preguntamos nosotras.
El caso es que las abajo firmantes cometimos un pecado de lesa ingenuidad. Y pensamos que, con la verdad por delante, un gobierno nacionalista no pondría mayor reparo a que nuestras hijas e hijos, ciudadanos de Argantzun que estudian en Gasteiz, tuviesen derecho a la ayuda para libros de texto. Igual que muchos otros niños y niñas que realmente viven en el enclave pero cuyas familias reciben la ayuda. ¿Por qué será?
A nosotras nos han quedado claras algunas cosas. Que la mentira parece salir más rentable que la verdad. Que la verdad es que mucha palabra, mucha declaración, pero al final o te empadronas en Araba aunque sigas viviendo en el enclave o lo de «Trebiñu Araba da» se queda en eso, en tres palabras.