Manuel Hidalgo (Iruñea, 1953), periodista, escritor y guionista de cine, regresa a la literatura con «Lo que el aire mueve» (Editorial Algaida), ágil y trágica historia sobre la juventud actual que le ha permitido ganar el recién creado Premio Logroño de Novela.

Hidalgo, que ha presentado recientemente el libro en Bilbo, relata qué le llevó a acercarse a este tema, alejado de sus novelas anteriores más centradas en las relaciones hombre-mujer. «Quise ampliar el foco de mi observación como novelista. Y empecé a ver que el reflejo de la sociedad y de los jóvenes en las televisiones, sobre todo en las privadas, no me gustaba nada. Los jóvenes, que van a una escuela muy débil, en la que no se aprende nada, encima reciben unos estímulos, mediante la televisión omnipresente, que no ofrecen modelos de conducta adecuados. No se estimula el cambio social, ni los ideales, sino otros valores y discursos muy discutibles».

Así que dejó el tema de la pareja, las relaciones sentimentales o el amor y se metió de lleno en el tema social. Los protagonistas son Javi y Tere, dos hermanos que rondan los veinte años e intentan salir adelante en la gran ciudad sin el apoyo de sus padres, que se han quedado en el pueblo. Prostitución, mafias, dinero, atracos y otros elementos dan al libro cierto toque de novela negra.

Una mala película

«La vida se parece mucho a una mala película», repite uno de los personajes. «A veces le pedimos a la vida una lógica y una concatenación razonable de las cosas, y resulta que a veces no es eso. La vida tiene los giros que pegan las malas películas, las sorpresas de las casualidades. Vivimos en red, parece que controlamos lo que estamos viviendo, pero hay otros factores que de repente se nos cruzan y nos cambian la vida. El narrador tiene el privilegio de que puede colocarse en el puesto de un dios que manipula esos factores», explica el escritor. «Vivir es proyectar, es planificar, pero también es enfrentarnos a aquello que desbarata nuestros planes. Y esta novela trata de eso». También trata de la familia, del alejamiento padres-hijos, de la difícil tarea de la educación. «En la novela conviven varios modelos familiares. Por un lado, aparece el modelo del padre de Javi y Tere, un pequeño propietario que se vuelve autoritario y conservador; por otro, el modelo del padre de Jose, un hombre culto y autodidacta, con valores humanistas, e incluso está el modelo de la abuela republicana y liberal. El libro tiene voces diferenciadas, cada personaje tiene cosas que gustan y disgustan, porque todos nosotros somos complejos. Tiene varias voces y eso ha sido complejo».

Construido a base de diálogos, Hidalgo no descarta que ello se deba a la influencia del cine, mundo en el que ejerce ocasionalmente de guionista. «Los diálogos son un excelente instrumento para dar la fotografía de los personajes y testimonio de su ideología. Creo que he corrido algún riesgo porque el diálogo sustituye a la descripción y a la introspección y para eso hay que trabajar mucho. Lo paradójico es que me dicen que esta novela es muy cinematográfica, cuando de guiones míos como `Nubes de verano' o `Mujeres en el parque' se dice que son muy literarios por su ritmo y su carácter introspectivo».

Manuel Hidalgo ha dado a su libro un final trágico y brusco. «Yo creo que a lo largo de toda la novela late una intuición de destino fatal. Y había que cumplirlo. Además, estoy en contra del uso de las emociones en la narrativa. Estoy a favor de la sequedad. Que la emoción nazca de la verdad, de los hechos, no de la manipulación de los sentimientos. Por eso he querido hacer una narración seca. La vida está llena de hachazos».