El otro día tuve oportunidad de ver el programa de Luis Alegre «El reservado» en internet, aunque creo que se emite en Aragón Televisión. Era una entrevista de media hora al recién fallecido guionista Rafael Azcona, donde el periodista y cineasta dejaba hablar a su invitado libremente, limitándose a sintonizar con él e irle dando pie para que se explayase a gusto. En ese mismo estilo de charla amena y distendida hizo, en colaboración con David Trueba, el documental «La silla de Fernando». Está claro que para que una fórmula tan sencilla funcione la pieza imprescindible es el conversador, sin que pueda encontrarse otro mejor que el sin par Fernando Fernán-Gómez. Lo que más sorprende de esta película para escuchar es que nunca parece que se trate de un monólogo o de un discurso interminable en el vacío, porque don Fernando sabía dirigirse en todo momento a la cámara con la cercanía del orador que consigue ser cercano, en una actitud mucho más vulnerable que la mantenida en su faceta de actor.

Lo malo de dejarse seducir por la palabra fluida y culta de don Fernando es que uno estaría horas y horas escuchándole, porque el hombre aguantaba en toma fija el tiempo que le diesen, sin necesidad de cortar o buscar planos de recurso. La caja editada contiene dos DVD y un CD con música, ante la imperiosa necesidad de aprovechar las veinte horas de material grabado. El primer disco está ocupado por el montaje cinematográfico de casi hora y media de duración, mientras que el segundo añade unas dos horas más con temas que se habían quedado en el tintero, y a los que se puede acceder de forma individual mediante un menú interactivo. La figura del desaparecido Fernando Fernán-Gómez se merece esto y mucho más, así como todos aquellos que desde hace dos años, cuando la película se estrenó en el Zinemaldia donostiarra, pedían a gritos una edición lo más completa posible.