Raimundo Fitero
Vale
Seguro que ha sido siempre así, que no existe una especial circunstancia demoledora, pero en las series españolas me pasa como en las vascas, que de la misma manera me provocan la sensación igual que cuando entro a una tienda de todo a setenta y cinco céntimos de euro, es decir a un chino; nunca sé en qué lugar del globo terráqueo me encuentro. O dicho de otro modo, me es imposible discernir sin referencias espaciales y geográficas precisas, o sea, sin utilizar el GPS que me colocaron los padres marianistas cuando era explorador con chirucas, para recordarme quién soy y qué quiero hacer en ese preciso instante comercial o televisivo, que viene a ser lo mismo.
Vale, es un problema mío, una acumulación de imágenes en mi cuenta de resultados sin borrar. Una especie de aumento de lípidos en la masa gris donde se almacena la memoria sensitiva, pero el intercambio de actores de una serie a otra, me deja más despistado que si se sitúa a Raúl en la Casa del Libro. «La que se avecina», «Escenas de matrimonio», «La familia Mata», «El síndrome de Ulises», por citar algunas que acaban de ponerse en marcha y concurrir a mis citas diarias, son clónicas. Podría añadir otra media docena de producciones, pero con éstas la sensación de compartir vida con los mismos actores y actrices desde hace años se vuelve obsesiva, reiterada, recurrente, asfixiante.
Lo peor es que lo anteriormente dicho es fruto de una alucinación, porque colocados los repartos uno sobre otro, no coinciden, pero como sí coinciden sus estilos, sus tonos, sus maneras, sus apuestas ideológicas y hasta estéticas, todos se me amontonan, y como en la práctica muchos de ellos son intercambiables, y hasta hay casos en los que alguno ha estado en varias series a lo largo del tiempo, la confusión me lleva a comprar, siempre, lo más barato, aunque no me haga falta. Y en este caso siempre acabo viendo la Teletienda, que es un sitio neutro. O si el efecto de desorientación es muy grande busco el escapismo total arrimando mi mando a distancia al ascua de los canales temáticos con juicios las veinticuatro horas. Explosivos. Es la nueva moda de relación audiovisual de los «Bobos», especie en auge.