Fuentes policiales tailandesas informaron ayer de la muerte por asfixia de al menos 54 inmigrantes birmanos que habían entrado clandestinamente en el país. La tragedia ocurrió el miércoles por la noche en la provincia de Ranong, en la costa suroeste del país, y limítrofe con Myanmar, donde operan las bandas dedicadas al contrabando de inmigrantes destinados a cubrir la demanda de jornaleros y obreros de la construcción.

Los 54 fallecidos, 37 mujeres y 17 hombres, «todos trabajadores migrantes ilegales de Myanmar», según el coronel Kraithong Chanthongbai, jefe policial del distrito de Suk Samram, donde los cuerpos fueron descubiertos el miércoles por la noche, formaban parte de un grupo de 121 personas que viajaba en un camión frigorífico hacia Phuket. El grupo se había apilado en un contenedor de seis metros de largo por dos de ancho, cuyo sistema de ventilación no funcionó, aunque se investiga si estaba averiado o no fue encendido.

Los supervivientes «indicaron que habían tratado de golpear las paredes del contenedor para advertir al conductor de que se estaban muriendo, pero éste les pidió que se callaran para no alertar a la Policía de fronteras en Tailandia», explicó el oficial. Cuando el conductor fue consciente finalmente de que varios pasajeros habían muerto, detuvo el camión y huyó.

Veintiuno fueron hospitalizados semiinconscientes y con síntomas, sobre todo, de deshidratación y diez permanecían ingresados ayer. Los 57 restantes fueron detenidos.

El camión, utilizado normalmente para transportar pescado, efectuaba el trayecto entre Ranong y Pukhet, donde estos birmanos, que habían pagado 157 dólares a una red tailandesa de contrabando de personas, esperaban encontrar un empleo estacional.