Maite SOROA
Amigos, pero menos
Si en el PNV se las prometían felices como socios prioritarios de ZP, tan amigo él de Josu Jon, el editorial de ayer en «El Correo Español» les habrá sentado como un cubo de agua fría.
Constataba el editorialista que «el debate particular que mantuvieron el candidato a presidente del Gobierno y el portavoz del PNV en el Congreso no debió de dejar muy buen sabor de boca en la dirección de este último partido». ¿Por qué?, se preguntarán. Pues lo explica a continuación: «Aun cuando el apoyo del PNV en la votación y, por tanto, el acuerdo previo con los socialistas estaban ya descartados de antemano, los más posibilistas de la dirección jeltzale albergaban la esperanza de que el encuentro abriera la vía para un diálogo posterior que desembocara en algún tipo de acercamiento capaz de desactivar los problemas que les plantea la puesta en práctica de la `hoja de ruta' del lehendakari». Pues tururú: «la actitud fría y distante, incluso, en algunos momentos, hasta dura que mantuvo el candidato a presidente debió de ser para ellos como un jarro de agua fría que dejó tal esperanza casi del todo apagada (...) la reacción de Rodríguez Zapatero no puede interpretarse, habida cuenta de su conocida templanza, como fruto de una repentina irritación por lo que acababa de oír». O sea, otro chasco.
Según el escribiente de Vocento, «la repetida mención de la Constitución y las leyes como único espacio posible de diálogo, la remisión de los acuerdos sobre eventuales mejoras del autogobierno al ámbito de los partidos vascos, la evocación de la reciente victoria electoral del PSE y, sobre todo, la calificación, sin nombrarla, de la `hoja de ruta' del lehendakari como `aventura' y `tren de destino desconocido' constituyeron una auténtica declaración de principios sobre lo que cabe y no cabe esperar de la relación entre La Moncloa, de un lado, y Ajuria Enea o Sabin Etxea, de otro». O sea, nasti de plasti.
Y para más inri, dice el de «El Correo Español» que ZP «dio más bien la impresión de querer, además de estrechar los límites en que éste deba producirse, dilatarlo hasta que se celebren las próximas elecciones autonómicas. No pareció tomar muy en serio la extemporánea advertencia del portavoz peneuvista de `o entendimiento o caos'». Se le están poniendo las cosas feúchas a Urkullu, ¿verdad?