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Mociones contra ANV

Un «déjà-vu» que puede tener un final inédito

La moción presentada ayer por PNV y PSE en Arrasate abre la puerta a un nuevo «déjà-vu» en la política vasca. No obstante, si estos dos partidos consiguieran su objetivo final, el cambio más llamativo sería que por primera vez la alcaldía iría a parar a manos del PSE.

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Txisko FERNÁNDEZ

Cuando el 18 de julio de 1997, doce días después de que ETA matara al concejal del PP de Ermua Miguel Ángel Blanco, se presentó la moción de censura contra el alcalde de Arrasate, Xabier Zubizarreta, ésta iba suscrita por PNV, PSE y EA. El 7 de agosto, el jeltzale José María Loiti ocupó el sillón del primer edil gracias a los votos de estos tres partidos y el del único edil del PP. Los dos concejales de EB se abstuvieron para mostrar su rechazo al programa municipal que presentó el candidato jeltzale. Los representantes de HB votaron en contra.

La sesión plenaria, como sucedió por aquellas fechas en muchos otros ayuntamientos vascos donde gobernaba HB, se desarrolló en un ambiente de alta tensión. Pese a que en su primera intervención Zubizarreta pidió a los asistentes -alrededor de doscientos- que no cayeran en «la provocación», porque «tenemos la fuerza de la razón y queremos seguir teniéndola», los gritos contra el candidato del PNV se hicieron notar, hasta el punto de que no pudo intervenir antes de la votación y renunció a hacerlo una vez nombrado alcalde de forma oficial.

Dos años antes, Loiti había perdido la oportunidad de ser nombrado alcalde en un contexto distinto, aunque no del todo. Tras las elecciones municipales y gracias a un pacto global entre PNV, PSE y EA para no permitir que HB accediera a la alcaldía allí donde no tuviera mayoría absoluta, el candidato jeltzale acudió al pleno convencido, o al menos con la esperanza fundada, de que iba a salir elegido. Pero no fue así. Algunos de los apoyos previstos «desaparecieron» en la votación secreta, por lo que no logró la mayoría absoluta en primera ronda y, automáticamente, la alcaldía recayó en el candidato de la lista más votada, la de la izquierda abertzale.

El recuerdo de lo sucedido y teniendo en cuenta que PNV, PSE y EA se acusaron mutuamente de no haber cumplido con el acuerdo que les obligaba a ello, llevó a que dos años después las direcciones de estos partidos exigieran que la votación se llevara a cabo a mano alzada.

Las urnas superaron la censura

Una vez concluida la legislatura, los comicios de 1999 se desarrollaron en un contexto general muy distinto en Euskal Herria, marcado por el Acuerdo de Lizarra-Garazi, lo que también tuvo reflejo en el Ayuntamiento de Arrasate. Herri Batasuna había dado paso a Euskal Herritarrok, que se presentaba como un bloque sustentado en la izquierda abertzale pero con una base más amplia, y PNV y EA comparecían en coalición por primera vez desde la escisión de 1986. (Escisión que tuvo al ex alcalde José Antonio Ardanza como protagonista, puesto que al inicio de la crisis, en 1985, dio el salto desde la Diputación de Gipuzkoa a Ajuria Enea, relevando a Carlos Garaikoetxea como lehendakari).

PNV y EA aspiraban a «mantener» a Loiti en la alcaldía, pero de nuevo la lista de Zubizarreta fue la más votada y, además, también había un acuerdo tácito de no agresión entre las fuerzas de Lizarra-Garazi.

Tras completar los cuatro años de legislatura, las elecciones de 2003 reflejaron un nuevo contexto. En esa ocasión, la exclusión de la izquierda abertzale se formalizó de antemano con el apartheid decretado por el Estado español y consumado por vía de anulación de candidaturas y de votos. La coalición PNV-EA alcanzó cifras que hicieron recordar los tiempos previos a la escisión.

Mientras, el PSE seguía sin acercarse a sus «techos» de las elecciones a las Cortes españolas: 3.978 en 1982, 3.702 en el 93 y 3.559 en el 96. En los comicios celebrados tres días después del atentado mortal de ETA contra Isaías Carrasco, el pasado 9 de marzo, el PSE obtuvo 4.312 votos; el PNV sumó 2.450 y EA, 1007. Y hasta 7.483 arrasatearras, el 40% del censo electoral, optaron por abstenerse.

Regresando a las municipales, en las del pasado año PNV y EA acudieron a las urnas de nuevo por separado, pero incluso la suma de sus votos quedó por debajo de los cosechados por la candidatura encabezada por Ino Galparsoro.

Sin mayorías absolutas

Una circunstancia que se ha mantenido durante todas las legislaturas, salvo la primera, es que ninguna lista ha obtenido los 11 representantes que otorgan la mayoría absoluta, por lo que los equipos de gobierno han sido de coalición o han tenido que gestionar el Ayuntamiento en base a pactos.

Y a la hora de tramitar una moción de censura hay que tener muy en cuenta ese condicionante. De entrada, para que la iniciativa sea debatida por el Pleno tiene que ser respaldada al menos por once ediles. PSE y PNV sólo suman 8, por lo que ni siquiera les bastaría el apoyo de EA y PP. Y para lograr finalmente la censura de la alcaldesa también tendrían que sumar esa cifra, por lo que necesitan el respaldo de un edil más de los que suman esos cuatro partidos.

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