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Escalada Alto Atlas

Circo de Taghia esplendor extremo de grandes paredes

El escalador francés Christian Ravier, quien acaba de publicar la guía «Taghia, montagnes berbéres», presenta a Gara estos murallones bereberes, muy de moda en la actualidad y con un potencial increíble.

Andoni Arabaolaza | DONOSTIA

Hasta no hace demasiado, las paredes que se encuentran enclavadas en las Gargantas del Todra se presentaban ante los viajeros-escaladores como las más atractivas de Marruecos. Quizá hoy en día, aunque no esté ni caducada ni en desuso, dicha zona ha perdido muchos enteros por «culpa» de otro edén, éste mucho más espectacular, que lleva por nombre Taghia. Su impronta arquitectura caliza llena de excepcionales paredes está colmando todos los deseos no sólo de los exploradores-aventureros-aperturistas sino también de los escaladores que quieren sentir en propia carne lo que sus predecesores han creado para el gran público.

Hoy en día, la paredes que encierran el circo de Taghia no hacen más que recibir a un importante número de aventureros ávidos de nuevas experiencias en su excepcional caliza. Está de moda, y el potencial que todavía tienen sus paredes vírgenes hace de Taghia una de las zonas más atractivas de nuestro alrededor y, nos atrevemos a decir, del mundo. Eso sí, el afán de conocer las interioridades de sus muros está llevando a esta pequeña aldea a un desarrollo quizá demasiado alocado; y es que, por ejemplo, durante el otoño pasado este pequeño pueblo de 400 habitantes del Alto Atlas fue literalmente desbordado por los escaladores. Ese equilibrio deseado para todos puede que esté en peligro.

Situada a 1.900 metros de altura, Taghia está «cercada» por un gran circo de muros de entre 300 y 800 metros. Paredes que han engatusado a escaladores a los que les va la marcha de la exploración, de conocer nuevos lugares y de crear sus propias obras de arte. Uno de ellos es Christian Ravier, representante del pirineísmo actual. Al francés, sobre todo, le hemos visto innovar en nuestra cordillera, pero no tanto en otras más lejanas. Hasta que conoció Taghia. De sus numerosos viajes, de sus aperturas y escaladas y de, en definitiva, su amor por el lugar y sus gentes, ha llegado hasta nuestras manos la única guía de escaladas completa de esta zona: «Taghia, montagnes berbéres».

Se trata de una pequeña guía, autoeditada por el mismo Ravier, en la que presenta 124 vías -todas las que ha podido recopilar- de 10 grandes sectores-paredes, así como más líneas con sabor a escuela. Muy cuidada y trabajada, muestra mediante fotografías en blanco y negro todas los itinerarios que ha logrado juntar, itinerarios que complementa con croquis y descripciones de las escaladas, con información de los descensos, el material a utilizar... Una importante y valiosa aportación en una guía de 265 páginas que cuesta 20 euros.

Idilio bereber

Ravier, como cabía esperar, no se esconde de ningún artificio a la hora de señalar que entre Taghia y él existe una conexión muy particular: «Las paredes del circo de Taghia son como sus habitantes y su país. Es un lugar luminoso y tranquilo. No puedo olvidarme de mencionar uno sin el otro. Sus gentes y sus paisajes son de tal belleza... Son como los ojos privilegiados de los bereberes cuando miran su tierra. Es una auténtica correspondencia. Descubrir paredes donde se mezclan el rojo y el ocre, disfrutar de sus aguas frías y claras, atravesar sus verdes jardines, sentir el frescor de sus gargantas... Todo ello es una melodía fascinante, común al origen del mundo. Observar los grandes ojos abiertos de mis compañeros fascinados por tanta magia».

Pues bien, a unos 800 kilómetros del norte de Marruecos tenemos la oportunidad de encontrarnos con estas paredes definidas por el pirineísta francés como «los pilares del cielo, el eje del mundo». Y todo ello gracias a las primeras exploraciones realizadas en la década de los 70 por algunos «vagabundos» y escaladores que tuvieron la suerte de encontrar estas grandes murallas de calcáreo.

«Mi atención por este rincón del Alto Atlas llegó ya hace un par de décadas. Leí en la revista `Desnivel' un artículo firmado por J. M. Gallego. Hablaba de las inmensas posibilidades y de la belleza del lugar. Desde los 70 se han abierto más de un centenar de vías. A la hora de hacer la guía me he basado en los croquis originales, en los datos que he encontrado en los cuadernos de la gîte de Saïd, en las revistas `Desnivel' y `Vertex', y en los anuarios de la GHM. He intentado ser lo más exhaustivo y lo menos impreciso posible», comenta Ravier.

Pues bien, haciendo un poco de historia, el autor de la guía de Taghia señala que la paternidad de la primera vía no está nada clara. Eso sí, las primeras líneas datan de la década de los 70. Los 80, en cambio, se presentan como mucho más fructíferos, con una interesante avalancha de visitantes. Destacan en esa época las vías de los hermanos Gallego o la Estrella Roja de Gálvez y Berraluce, donde inauguran el libre difícil. Más tarde llegan los Thivel, Dandonneau, Magrou, el propio Ravier... y su visita también les marca.

A partir del año 2000 se da la gran eclosión. Rutas abiertas en todos los estilos, mucho más modernas y difíciles; alguna que otra con polémica. Catalanes con Arbonés a la cabeza, italianos con Larcher y Oviglia, el suizo Piola... Y también, en su medida, tenemos que hablar de aperturas vascas, dos que recoge la guía de Ravier: la del grupo formado por Parra, de Blas, Lertxundi y Telletxea en el 2006 con Princess Msmrir (200 m, 7a/A0, 6b obl) en Timghazine; y la de la cordada Albeniz-Eskibel en el 2004 con Betizu (350m, 6c, 6a obl) en el contrafuerte de Tagoujimt n'Tsouiannt.

Caliza de gran calidad

Una de las características más importantes de las paredes de Taghia -así lo confirman todos sus visitantes- es su excepcional caliza. Ravier no tiene dudas en calificarla de excelente: «Es muy abrasiva y ricamente esculpida. También permite de audaces itinerarios. Muy lisa y poco adherente en las zonas grises, y más pinchona y rica en presas en las zonas más rojizas. También hay fisuras, pero muchas de ellas con vegetación. Sobre el material, adelantaros que hay que llevar el clásico. Para las vías equipadas, unos 12-15 espreses y mosquetones para las reuniones. En las desequipadas, pues de todo: desde juegos de friends y fisureros hasta una buena colección de clavos. La graduación que he utilizado para las vías es la de la escala francesa. Las líneas abiertas para escalar en libre se pueden hacer en el día, y las típicas bigwaleras te exigen algún vivac».

Se puede escalar gran parte del año. Los inviernos son fríos y rigurosos, la primavera caprichosa, puede hacer calor en verano, y cuidado con las tormentas de otoño. Eso sí, las temperaturas más benignas suelen darse en primavera y otoño. La época más estable y agradable: segunda quincena de septiembre hasta la primera de octubre. En definitiva, como bien quiere remarcar el pirineísta francés, se escala en montaña y, por lo tanto, hay que tomar muy en cuenta las variaciones de temperatura y la brutalidad de las precipitaciones. Por otra parte, los accesos a las paredes que rodean Taghia son relativamente fáciles, al contrario que los que te llevan por los profundos cañones y gargantas que descienden de los altos plateaux; estos sí son largos, difíciles y complejos.

Para terminar, Ravier realiza un llamamiento a la mesura: «Ya el año pasado, Taghia recibió demasiados visitantes; vistas las infraestructuras que tienen en la actualidad la aldea quedó desbordada. Por todo ello, pido una actitud de respeto con sus habitantes y recibirlos con toda la humildad del mundo».

PILARES DEL CIELO

Christian Ravier definea estas impresionantes murallas de calcáreo como «los pilaresdel cielo, el eje del mundo». Se encuentran en una pequeña aldea del Alto Atlas.

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