Nagel cree que el Ayuntamiento de Zornotza trasladará su obra sin justificar su interés público
En la vista oral Andrés Nagel explicó que su obra, conocida como «La Patata», debe mantenerse en su ubicación inicial, apelando al derecho inalienable de todo artista a decidir sobre la divulgación de su obra.
GARA | BILBO
El artista donostiarra Andrés Nagel cree probado que el Ayuntamiento de Zornotza planea trasladar su escultura a pesar de que «no haya justificado que exista un interés público» que avale el cambio y por ello, confía en que la sentencia judicial obligue al consistorio a mantenerla en su actual ubicación. Y es que Nagel no quiere que la escultura conocida popularmente como «La Patata», instalada en 2003 en una rotonda, cambie su ubicación, tal y como contempla el Ayuntamiento, que pretende convertir la zona en un área peatonal.
Tras la vista oral celebrada ayer en el juzgado de lo Mercantil número 1 de Bilbo, la causa quedó vista para sentencia y deberá aclarar si da la razón al escultor guipuzcoano que demandó al Ayuntamiento de Zornotza tras conocer, por los medios de comunicación, el traslado de su obra.
Precedente de Calatrava
El abogado de Nagel pidió al juez, Edmundo Rodríguez Achútegui, que tenga en cuenta la sentencia que él mismo redactó cuando hace seis meses resolvió la demanda que había interpuesto Santiago Calatrava contra el Ayuntamiento de Bilbo por la colocación de una pasarela a continuación de un puente que él había diseñado.
En aquella sentencia, se reconoció que el derecho moral del artista a la integridad de su obra, si bien el juez entendió que el interés de los ciudadanos de Bilbo que usaban el puente, debía prevalecer sobre el derecho de autor.
Nagel dijo que el Ayuntamiento de Zornotza no ha probado que exista un interés público que explique el traslado de la escultura, que fue concebida para esa específica ubicación y pidió que el Ayuntamiento se comprometa a mantenerla allí, aunque cambie su entorno.
Además, apeló al derecho inalienable de todo artista a decidir sobre la divulgación de su obra y como la obra en conflicto es una escultura, se está permanentemente divulgando y por ello deberá ubicarse donde su creador quiera.
Entre los testigos, Begoña Azarloza, que era alcaldesa del municipio cuando se contrató a Nagel reconoció que, a petición del propio artista, ambos firmaron un contrato por el que la figura debía mantenerse en esa rotonda y por ello, el letrado del escultor exigió que se cumpla dicho compromiso.
Documentos como prueba
Asimismo, la ex alcaldesa justificó con cuatro documentos el «temor racional y fundado» del demandante a que se produzca el cambio, entre los que destaca una entrevista radiofónica al actual alcalde David Latxaga, en la que éste explica que el consistorio aprobó la reordenación de la zona en el 2006 y el proyecto de obra elimina del lugar la escultura.
Explicó que el presupuesto del proyecto para la zona incluye una partida para «desmontaje», retirada, transporte y «reubicación» de la obra, que tiene más de nueve metros de altura. Indicó también que las razones dadas por los arquitectos del estudio que redactó el proyecto urbano «son vagas, genéricas y no concretan», salvo por criterios «valorativos» como que «en el nuevo escenario la obra queda como metida con calzador».
Por su parte, el letrado del consistorio consideró acreditado el interés público derivado de la necesidad de reordenar el centro urbano, sobre todo por problemas de contaminación derivados del tráfico, y aunque reconoció que el diseño inicial de la zona presupuestado en unos 12 millones de euros, excluye la obra, aseguró que el proyecto aún no está cerrado.
Aclaró que la intención del Ayuntamiento no es actuar de forma fraudulenta contra el contrato firmado con Nagel, sino que en dicho texto no se puede interpretar un compromiso por ambas partes para mantener la obra.
El consistorio abogó por trasladarla ya que los cambios en su entorno pueden alterar la percepción de la misma, «por su rotundidad, su fuerza, incluso por su calidad artística» y añadió que «la protección de la integridad de la obra no puede llegar hasta la imposibilidad de mover una escultura».