Santi Castillejo, máximo goleador histórico de la Segunda B con 184 dianas
No es de los futbolistas vascos más conocidos, pero ostenta un récord de difícil superación. Este valtierrano de 37 años, que todavía corre detrás de un balón en el Vilafranca del Penedés, tiene la curiosa marca de ser el mejor artillero de una categoría a veces muy infravalorada.
Natxo MATXIN
Santi Castillejo ya venía goleador desde pequeñito. Lo acabó por demostrar en su etapa con Osasuna Promesas. De esos años todavía se acuerdan en el club rojillo de un listón que puso bastante difícil de superar. Anotó una veintena de dianas en la temporada 1992-93, algo que ningún otro jugador ha vuelto a repetir en el filial.
Como era de suponer, sus dotes de cara al marco contrario no pasaron desapercibidas para los técnicos del primer equipo y se propició que el futbolista ribero diera el salto a la plantilla profesional. Debutó un 14 de marzo de 1993 en un derbi en San Mamés.
Lo que parecía el inicio de una carrera deportiva más que prometedora en la élite futbolística se topó para su desgracia con una de las etapas más convulsas en la historia de Osasuna. Fueron los años del descenso a Segunda División, el club decidió cederle durante un año al Alavés y al año siguiente de su regreso a la disciplina rojilla, coincidiendo con la llegada de Rafa Benítez, le dieron la baja. En total, tres temporadas en el primer equipo en las que jugó apenas 35 partidos y sumó un cómputo final de cinco goles.
Con la perspectiva del tiempo transcurrido, no guarda rencor por aquel episodio, sino más bien al contrario. «Le tengo que estar agradecido a Osasuna que me diera la oportunidad de ser profesional en este mundillo del balón, sigue siendo mi equipo y mi casa. Es verdad que no fueron buenos momentos para los que veníamos de abajo, pero ahora valoras que fueron decisiones de un entrenador y hay que aceptarlas», recuerda con nostalgia.
Una cifra muy a tener en cuenta
Esos malos tiempos para los canteranos, que no gozaban de la confianza y paciencia actuales, le obligaron a Santi Castillejo a echarse el hatillo al hombro en 1996 y buscarse las alubias por un sinfín de campos. Para empezar, optó por no marcharse muy lejos y recaló en Gasteiz donde ya había jugado apenas tres campañas antes dejando un buen sabor de boca.
A partir de ahí, comenzó el peregrinar por la geografía ibérica, con especial querencia hacia la zona mediterránea. Fue fichado por el Numancia soriano, donde permaneció durante dos temporadas, al término de las cuales pasó al Castellón militando en él otras tantas campañas. Su periplo continuó con los tres años en el Nástic, seguramente una de sus etapas más fructíferas, no en vano el jugador navarro reside actualmente en Tarragona, donde ha echado raíces.
Tras su paso por tierras tarraconenses, todavía le quedaron ganas para dar muestras de su buen hacer dentro del área con otras dos campañas más en el Conquense, de donde se trasladó al Leganés por una temporada, el mismo tiempo que estuvo en el Reus, en su último periodo como futbolista profesional.
La cosecha de esa prolongada trayectoria, marcada por la constancia y la profesionalidad, fue la cifra de 184 goles anotados en la categoría de bronce del fútbol estatal. Un reto de palabras mayores y muy difícil superación, si tenemos en cuenta que la Segunda B es una división muy exigente, en la que se entremezclan polos tan opuestos como son la juventud de los que empiezan y la experiencia de quienes inician la cuesta abajo.
Castillejo quiere seguir vinculado al mundo del fútbol -se ha planteado colgar las botas la temporada que viene- y trasladar su experiencia a los banquillos.
Para ello, está inmerso en la tarea de obtener el carnet de entrenador nacional, aunque entiende que utilizarlo es cada vez más difícil «porque ya son muchos los titulados y el número de equipos sigue siendo el mismo desde hace varios años».
Entre sus preferencias, el valtierrano tiene claro que dispone de más opciones en escuadras de la zona donde reside «porque en Cataluña y Levante hasta los entrenadores de Tercera son profesionales. En Navarra sólo vive de esto el entrenador de Osasuna».