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Azpiazu separa mito y realidad en «La empresa vasca de Terranova»

José Antonio Azpiazu continúa por la senda de desvelar temas poco conocidos de la historia vasca del siglo XVI, como el papel de las mujeres o la actividad corsaria. Esta vez acude a su cita con los lectores, ya casi anual, con «La empresa vasca de Terranova», que presentó ayer.

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Martin ANSO | DONOSTIA

Los viajes al otro lado del Atlántico, en busca de ballena y bacalao, fueron determinantes en aquel siglo XVI en el que Euskal Herria se incorporaba a la modernidad. Aquellos viajes protagonizan «La empresa vasca de Terranova», que lleva por subtítulo «Entre el mito y la realidad». Y es que, según afirma Azpiazu, «queda una enorme tarea para reconducir el mito de Terranova, en sus facetas de leyenda y heroísmo absurdo, hacia veredas que nos aproximen a lo que realmente sucedió». Su nuevo libro quiere ser, precisamente, una aportación en esa línea, y, para ello, se ha servido, como de costumbre, de abundante documentación inédita.

Frente a la evocación romántica de aquellas expediciones, «La empresa vasca de Terranova» desentraña el negocio que había tras ellas, los factores económicos y sociales que las hicieron posibles. Lo hace, sobre todo, desde el punto de vista del mercader, el mejor reflejado en los documentos, pero también del marinero, cuya situación le empujó a asumir los riesgos. «Porque el hecho de que aquello fuese una empresa, y no una aven- tura, no resta un ápice al asombro que aún hoy inspiran la osadía, habilidad y entrega de las que hicieron gala aquellas gentes», subrayó ayer el autor.

Azpiazu puso como ejemplo de la dureza de la actividad el caso de los 300 marineros que perecieron en Terranova 1576, atrapados por el invierno. Es un suceso del que apenas hay noticias y que, desde luego, no impidió que al año siguiente partieran nuevas expediciones.

El autor no omite la pugna con otras flotas por el control de las pesquerías, sobre todo con la laburdina. El episodio más grave fue el de 1555, cuando la flota de hegoalde, contraviniendo las órdenes del rey, arrasó la costa hasta Burdeos antes de poner rumbo a Terranova, donde aniquiló a los laburdinos.

Desconfianza de la Corona

A la postre, sin embargo, quizá el mayor riesgo para la actividad lo representó la propia Corona castellana, que nunca vio con buenos ojos que la flota vasca se emplease en Terranova, en lugar de contribuir a consolidar el imperio americano. «Los vascos preferían ir allá, quizá porque las pesquerías las controlaban ellos y no eran controlados», hizo notar Azpiazu.

Los intentos de la Corona por controlar la flota fueron crecientes y tuvieron su punto álgidos en su embargo para engrosar la Armada Invencible.

El desinterés o desconfianza de la Corona por Terranova también debió de pesar cuando, frente al empuje de otras flotas, respaldadas por sus respectivos gobiernos, la vasca se vio obligada a abandonar aquellas aguas.

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