Raimundo Fitero
Cerca del cielo
Alo mejor fue una llamada desde el más allá, o como dicen, que quiso marcar un récord para aparecer en ese libro monumento a la neurosis de la fama que tiene nombre de cerveza, pero lo cierto es que un sacerdote brasileño de nombre Adeliz Antônio de Carli, se colgó de mil globos de helio, de esos que se utilizan en las fiestas de cumpleaños y salió volando para acercarse lo máximo al cielo, pero resulta que en el camino ha desaparecido. Todos los noticiarios nos han ofrecido imágenes de su despegue, y según la cadena con la que te intoxicas, las posibilidades de encontrarlo, los motivos de su aventura y hasta los días que lleva en su viaje aéreo, varían, con lo que solamente podemos quedarnos mirando al cielo, no sea que los vientos lo hayan traído por aquí y acabe aterrizando sobre nuestra chepa. Dicen que quería estar veinte horas y aprovechar la ocasión para lanzar la Pastoral de la Carretera en defensa de los camioneros de su región. Bueno, hace tiempo que dejé los estupefacientes y me cuesta centrarme en este tipo de noticias, personajes iluminados y héroes celestiales y televisivos.
Desde el cielo seguro que verá Paraguay donde desde el domingo está gobernado por otro hombre de iglesia, nada menos que alguien que ha llegado a ser obispo, por lo tanto un purpurado que se ha puesto a la defensa civil de sus paisanos, probablemente no iluminado por la luz divina, sino por las convicciones, y que ha servido para romper una larga condena que parecía cernirse irremediablemente con los gobiernos auto reproducidos del Partido Colorado. Fernando Lugo aparece en nuestras pantallas con voz grave y su prosodia pausada, que tendrá que luchar contra un congreso en manos de la oposición, pero que pese, o quizás por ello, a su procedencia, nos abre alguna esperanza. Es como si se confirmase que algo parece moverse constantemente en lo que conocíamos en otros tiempos políticos como cono sur. Mientras en Europa soplan los aires más retrógrados, en América aparecen signos de cambio que pueden frenar algo la deriva demencial del mundo entero hacia el capitalismo salvaje. Siempre es mejor luchar, que rezar, para que así sea.
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