Humor escatológico
«Matrimonio compulsivo»
En las últimas comedias de los hermanos Farrelly se ha podido comprobar que ya no gozan del mismo tirón, aunque no es exactamente porque hagan perores películas que antes. Es posible que flojeen algo, no lo voy a negar, pero es más una cuestión coyuntural. En su momento sorprendieron con su humor políticamente incorrecto, al atentar contra lo que en Hollywood se entiende por buen gusto. Entonces resultaban más provocativos, hasta que con el éxito de público de «Algo pasa con Mary» tocaron techo, y ya no han vuelto a conseguir arrancar de la audiencia tantas carcajadas. El factor sorpresa se fue perdiendo, así que la hermandad intentó madurar y superar la fase «caca-culo-pis», probando con un tipo de comedia romántica más sutil. «Amor ciego» o «Amor en juego» han sido pruebas que no han dado el fruto deseado, pese a mostrar una evolución narrativa. En consecuencia, se impone una vuelta a los chistes escatológicos que les dieran fama, los cuales constituyen de nuevo el meollo de la a ratos divertida «Matrimonio compulsivo».
«Matrimonio compulsivo», tal como revela su título original de «The Heartbreak Kid», es un remake de la comedia setentera «El rompecorazones», que fue adaptada para la pantalla por el prestigioso Neil Simon. Cualquier parecido con el original es pura coincidencia, puesto que los Farrelly cargan las tintas a la hora de darle su toque vulgarizador, que no deja de ser una forma de actualizar lo que de lo contrario hoy en día no podría funcionar. El efecto Mary es aplicado aquí al personaje femenino de Malin Akerman, como extensión del que hizo Cameron Díaz. Se presenta como la novia ideal, pero al llegar la noche de bodas la bella princesa se transforma en un sapo. Ante una situación tan desabracadabrante sólo un humorista del talento de Benn Stiller puede responder con gracia, más aún si su actuación se acompaña de un duelo nada menos que con su padre, Jerry Stiller, prolongado en los extras del DVD.