El presidente francés, Nicolas Sarkozy, reconoció que ha cometido «errores» y que estaba «preparado» para enfrentarse a la decepción expresada por los franceses en los sondeos. Lejos de la euforia tras la victoria electoral con un 53% de los votos, según las últimas encuestas, en vísperas de cumplirse el primero de sus cinco años de mandato, un 72% de los ciudadanos del Estado no aprueba su gestión.

Durante su entrevista televisada de 90 minutos, Sarkozy reiteró la oposición de su Gobierno a realizar una regularización masiva de trabajadores inmigrantes en situación irre- gular, para solucionar la huelga de los «sin papeles», porque considera que eso llevará a la «catástrofe» al producirse un «efecto llamada». El presidente francés dijo: «no se convierte uno en francés por trabajar en la cocina de un restauran- te, por simpático que uno sea».

Insistió, en el ámbito de las relaciones exteriores, que mientras sea jefe del Estado no hablará con Hamas ni con el presi- dente iraní, Mahmud Ahmadinejad.

Sarkozy arremetió de nuevo contra la jornada laboral de las 35 horas y atribuyó, en parte, la falta de poder adquisitivo de ciudadanos del Estado francés al hecho de que «el problema en Francia es que no se trabaja bastante». «Francamente -dijo-, las 35 horas han costado 20.000 millones de euros para trabajar menos y crear menos riqueza».

Al ser preguntado sobre las medidas a adoptar para mejorar el poder adquisitivo de la ciudadanía, y tras puntualizar que su primer año de mandato ha coincidido con el alza del precio del petróleo, la crisis financiera, la fortaleza del euro o el aumento del precio de las materias primas, Sarkozy, que había prometido ser «el presidente del poder adquisitivo», aseguró que medidas como la exoneración fiscal de las horas extraordinarias «está funcionando».

Adelantó que su primer ministro, François Fillon, presentará en quince días un texto para que las empresas que distribuyan parte de los beneficios entre los trabajadores paguen menos impuestos, y confirmó que mantiene el objetivo de que el Estado francés alcance el déficit cero en 2012.